A cuatro meses de haber estallado el conflicto entre Rusia y Ucrania y de ver cómo el Kremlin y Vladimir Putin se ensañan con pulverizar muchas ciudades con el incesante ataque de misiles y bombardeo aéreo, a pesar de la valiente resistencia del pueblo Ucraniano, la incertidumbre flota en Europa y el mundo.
El recorte de gas y petróleo ruso a países de la Unión Europea, la escasez de muchas materias primas provenientes de estos países, entre ellos el trigo y el aceite de girasol, han sustentado la idea del riesgo de la seguridad alimentaria de muchos países.
Hambruna global, escasez de alimentos espantan y afligen a cualquiera, solo en el caso de Ucrania producen: 1,600 millones de toneladas de trigo, 480 millones de toneladas de frijoles de soya, 360 millones de toneladas de cebada anualmente, un auténtico granero del mundo. Una interrupción a la producción y a la estructura productiva, de logística, pondría en riesgo a millones de personas.
Con la guerra, los precios en muchos países que consumen harina de trigo representan un 50% en el incremento del precio del pan, países como Brasil, Pakistán y Egipto. Países golpeados por guerras internas, que son asistidos por el Programa Mundial de Alimentos, como Etiopía, Afganistán y Yemen son más vulnerables a riegos de hambruna ya que la mayoría del trigo proviene de Ucrania.
A medida que Rusia va ganando lugares estratégicos en Ucrania, las fincas y campos productivos pasan a su administración, los productores ucranianos piensan más en salvar su propia vida que la misma producción. De escalar más el conflicto hasta la producción global de cerveza, la industria de las pastas, las galletas, estarían en riesgo y se encarecerían.
En Centroamérica pensamos estar lejos de la invasión de Rusia a Ucrania, pensamos que el tsunami vendrá fuerte pero no devastador; el oscuro y malintencionado dictador Daniel Ortega abiertamente pone en riesgo a la región a través de su Asamblea Nacional que ratificó el decreto del ingreso de aeronaves, personal militar (espionaje) extranjero a su territorio, específicamente de la Federación Rusa, no sabemos si incluye movimiento de material bélico nuclear, eso no lo sabemos pero es probable. A esta amenaza Estados Unidos no se ha quedado atrás, lo asume como un acto provocador y moverá sus piezas, encontrando en Costa Rica y su nuevo gobierno luz verde para mover buques de Guerra a la zona del Pacífico en Puntarenas, en el marco de una operación naval conjunta contra el narcotráfico.
Nuestro país, El Salvador, posee un reducido territorio agrícola, la mayoría de alimentos son importados desde Costa Rica y Nicaragua y abastecen parte del mercado local. Esperamos que las falsas intenciones de Ortega no desencadenen inestabilidad alimentaria y que el gobierno salvadoreño no caiga en chantajes del sandinismo, que a cambio de alimentos, prófugos de la justicia, pida apoyo ideológico servilista a Rusia, que nunca ha ayudado a nuestro pueblo como sí lo ha hecho el solidario pueblo de Estados Unidos.
Publicista y ambientalista/Chmendia