Setenta y cinco años después de la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN/ NATO) el 4 de abril de 1949, los 32 países miembros se reunieron en Washington, el 9 y 10 de julio pasado. En medio de un contexto político particular para varios de ellos —empezando por los Estados Unidos— y de fuertes tensiones internacionales, la cumbre de la OTAN permitió subrayar la fuerza de la alianza de seguridad y militar. La mayoría de los aliados cuenta con los países europeos, además de Turquía, tanto como obviamente Canadá y los Estados Unidos.
Fueron el país anfitrión, por ser fundador mientras el debate público está concentrándose sobre las elecciones presidenciales de noviembre próximo, y la presión sobre los demócratas mientras el presidente Joe Biden busca tranquilizar su electorado sobre su capacidad en gobernar cuatro años más. Este contexto tiene consecuencias sobre la OTAN: los europeos están comprometidos en la guerra entre Ucrania y Rusia.
Apoyando Kiev, el enlace con visibilidad entre los miembros de la OTAN aparece como crucial. Las interrogaciones sobre el próximo inquilino de la Casa Blanca y la coherencia del bloque europeo son esenciales. Por cierto, desde el 1o de Julio pasado, y para un periodo rotatorio de 6 meses, el actual presidente del Consejo europeo es Viktor Orban, el primer ministro de Hungría que realizo hace pocos días, un viaje en Moscú sin mandato europeo como lo preciso Ursula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, el ejecutivo europeo.
Gran Bretaña acaba de elegir una nueva mayoría, siendo Keir Starmer Primer ministro desde el 5 de julio pasado. En Francia, Emmanuel Macron, después de la disolución de la Asamblea Nacional, está en la búsqueda de una nueva coalición parlamentaria para garantizar la viabilidad de su próximo gobierno. Tantas realidades particulares que recuerdan cuanto la unidad de la OTAN sigue siendo esencial, mientras conflictos como los que conciernen Ucrania y el Medio Oriente alimentan tensiones fuertes, que lleven sobre la seguridad tanto como la economía.
La cumbre de Washington adoptó decisiones cuyo objetivo consiste en instalar en el tiempo, una cierta intangibilidad. El compromiso de la ayuda a Ucrania alcanzará un mínimo de 40 mil millones de dólares para el año entrante, mientras los miembros convinieron “en mantener una asistencia a la seguridad en un nivel sostenible” sobre una base anual. Los países miembros expresaron por otra parte sus “profundas preocupaciones” ante “el ajuste de la asociación estratégica entre China y Rusia, y sus tentativas para desestabilizar el orden internacional fundados sobre reglas (…) suscita profundas preocupaciones”. Joe Biden afirmó que “Rusia está sobre el pie de guerra” en la apertura de la cumbre.
Poco antes, varios miembros de la Organización anunciaron haber empezado en transferir aviones de combate F-16 en Ucrania, provenientes de Dinamarca y de los Países Bajos. Bélgica tanto como Noruega se comprometieron a otorgar otros aparatos en favor de Kiev mientras Volodimir Zelenski estaba anunciado en Washington. Se confirmó el suministro de materiales de defensa antiaérea contando con cinco sistemas, entre ellos cuatro baterías de tipo Patriot. El objetivo afirmado lleva sobre la voluntad en volver “irreversible”, “la trayectoria” hacia una adhesión de Ucrania en la OTAN. El canciller alemán Olaf Scholz dijo que las decisiones tomadas en materia de defensa,”procurarían a Ucrania la claridad que necesitaba”. Los aliados se comprometieron también en desarrollar su industria de defensa: 23 sobre los 32 países miembros dedicaran 2% de su PIB a gastos militares para poder contestar a los desafíos planteados por el potencial ruso.
A pesar de la sombra política planteado entre otras, por las interrogantes sobre las próximas elecciones presidenciales estadounidense, la Cumbre de la OTAN reafirmó su apoyo en favor de Ucrania. Afirmando sus preocupaciones sobre el acercamiento entre Moscú y Beijing, define una nueva perspectiva geopolítica a la OTAN que aparece 75 años después de su creación, en el centro de las relaciones internacionales puesta bajo numerosas tensiones.
Politólogo francés y especialista en temas internacionales.