Por Acaba Rusia de admitir que está en "estado de guerra" en Ucrania. Esta posición surge después de varias semanas de un reforzamiento de conciencia en la Unión Europea sobre un indispensable sobresalto preventivo y operacional frente a la extensión del conflicto en Ucrania.
Ha sido el 26 de febrero pasado cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, hizo referencia por primera vez, durante una cumbre sobre Ucrania, al eventual envío de militares a los teatros de operaciones. El efecto ha sido, por lo menos, doble: aceleró un proceso de toma de conciencia nacional de lo que el líder francés considera como una "amenaza existencial" en la frontera este de Europa tanto como un debate en la Unión Europea sobre su propia defensa y la de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada en 1949 con los Estados Unidos.
Este debate, sobre la posibilidad de enviar soldados al terreno en Ucrania, es fuerte desde entonces. Subrayó muchos aspectos, empezando por la relación con los Estados Unidos: desde el principio de la guerra en Ucrania, el 24 de febrero de 2022, no faltaron en acordar financiación y apoyo logístico. Hoy en día, una ayuda está todavía bloqueada en el Congreso de EE.UU. y en Europa se entendió que la posibilidad de regreso a la casa blanca del candidato republicano, Donald Trump, aceleró la conciencia de un nuevo giro de estrategia estadounidense.
Esto provocaría sin duda la obligación para los europeos en reforzar sus propios medios de defensa en las fronteras orientales. Es la razón por la cual se está reforzando inversiones en las industrias de defensa. Francia ocupa, con 10.9% del total, el segundo rango mundial, detrás de los Estados Unidos que exportan 41.7% del los equipamientos de defensa en el mundo. En Europa, parece lógico que Francia lanzará este mensaje: es el único país de la Unión Europea en poseer el potencial nuclear, con 300 ojivas nucleares. Está obviamente mucho menos que Rusia (casi 5580) y los Estados Unidos (5044) pero corresponde a la doctrina de la "estricta suficiencia", clave para una estrategia de disuasión. Consiste en decir: "atacándome, le puedo también hacerle danos irreparables que volverán inútil su agresión".
Las ojivas llevan dos pilares: el medio aéreo, con los aviones "Rafales" actualmente exportados en Medio Oriente y Asia, esencialmente en India, y la fuerza marina, con submarinos a propulsión nuclear. A la par de este material, Francia es uno de los pocos países europeos en poder desplegar sus fuerzas: disponiendo del segundo espacio marítimo en el mundo, con una presencia, gracias a sus regiones, departamentos y colectividades de alta mar con las Antillas, Guyana cerca de América Latina, Nueva Caledonia, La Reunión, Polinesia Francesa en el Pacífico, entre otros. Operaciones exteriores en África, actualmente en el marco de una cooperación con países bálticos, tanto como en Guyana para luchar contra el lavado de oro que acelera la deforestación, movilización contra el riesgo terrorista en el territorio nacional con la operación "Sentinelle", tantas realidades que permiten a Francia disponer de una capacidad militar y de defensa que hoy en día explica, por parte, el debate que lanzó su presidente.
Cambio de tono, tentativa en movilizar los dirigentes europeos y abrir las conciencias de las opiniones publicas, desde unas semanas, Europa entró en un nuevo capítulo de sus relaciones con Rusia. Las reacciones no faltaron: el canciller alemán Olaf Scholz reafirmó su reserva sobre el tema tomando en cuenta que tiene una presión fuerte sobre el suministro que le piden los ucranianos de los misiles "Taurus", de un alcance de 500 kilómetros.
Negándose a otorgarlos en Kiev, tampoco podrá mantener una línea tan estricta mientras los Estados Unidos reafirmaron el hecho de que "no mandarán soldados a combatir a Ucrania". "No prevemos un despliegue a gran escala" dijo el primer ministro británico cuando para Italia, el objetivo consiste hoy en día "en no aparecer como estando en guerra con Rusia".
El gran mérito ha sido para París en lanzar el debate que se reforzó. El 15 de marzo, la cumbre del "Triángulo de Weimar" entre Francia, Alemania y Polonia mostró un diálogo entre los tres países que aparecen en la Unión Europea con la capacidad en sumar una Europa del Atlántico hasta las fronteras orientales de la Unión.
Europa desde el Atlántico hasta el "río de la Vistule" definiendo la frontera este polaca con los países bálticos y Ucrania, surgió durante la Cumbre de Berlín. Hace eco a la visión que tuvo en 1959, ahora imposible, definida por el General de Gaulle, entonces presidente francés (1958-1965/ 1965-1969) hablando de Europa, del Atlántico hasta el Ural, en Rusia. La Cumbre de Berlín manda la imagen de una solidaridad intra-europea la elaboración de una lógica a la vez defensiva e operacional. Ahora bien, el presidente francés uso palabras fuertes, hablando a propósito de la guerra en Ucrania, de una "amenaza existencial", considerando que los europeos se encuentran en "un momento decisivo" frente a la baja de suministros de municiones a Kiev y la fuerza de los ataques del ejercito ruso en el frente este de Ucrania.
"Rusia must not prevail", "Rusia no debe ganar" fue la conclusión de la cumbre de Bruselas de los líderes europeos en Bruselas el 20 y 21 de marzo pasado. En este contexto, Francia está claramente en el visor de Rusia: ciberataques contra varias instituciones nacionales, provocaciones retóricas que tienen como objetivo el de provocar reacciones de la opinión pública como las últimas palabras de un vice presidente del parlamente ruso, Piotr Tolstoi. En África, hasta la muerte del Igor Prigojine en junio de 2023, el grupo "Wagner" contribuyó en crear un movimiento anti-francés en la región del Sahel, donde se llevaba una guerra contra el terrorismo islamista tanto como en contra de tráficos, dentro de los cuales el de la droga, proveniente por gran parte, de América Latina. El aumento de la inseguridad en varios países del continente, como en Ecuador, sin olvidar Haití, es también una consecuencia de estas tensiones: la incertidumbre en el Sahel, a raíz de una inestabilidad institucional con varios golpes de estado y el aumento de los tráficos, contribuye en las tensiones internacionales.
Afirmando que iban "a matar a todos los soldados franceses", intenta generar un rechazo de las posiciones afirmadas por el presidente francés frente a opiniones que no viven una guerra convencional desde decenios. Sobre todo, demuestra que la posición francesa contribuye a una aceleración de conciencia de una amenaza objetiva a través de la guerra en Ucrania, en sus fronteras, tanto en el sur este con una sombra de presión en Moldavia e interrogaciones sobre lo que podría representar el enclave de Kaliningrado, para los países bálticos y entonces, el espacio de la OTAN tanto como de la Unión Europea.
En 1947, dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill pronunció un discurso, en los Estados Unidos, en la Universidad de Fulton. Conceptualizó la edificación de los bloques occidentales y del Este (entonces bajo influencia de la ex-USSR) hablando de la construcción de una "Cortina de Hierro" que se hubiese instalado en Europa del Este. Hoy en día estamos en esta situación en la cual se está instalando un nuevo muro, todavía en edificación geográfica pero acompañando los tiempos contemporáneos con los signos de una nueva "guerra ideológica". Podría oponer los que promueven el sistema internacional nacido del fin de la Segunda Guerra Mundial, adaptado en 1991 a raíz de la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética, y los que hacen del relativismo de dicho orden, en nombre de una nueva liberación que no es más que el orden del más fuerte, una nueva regla internacional.
Politólogo francés y especialista en temas internacionales.