¿Qué rayos pasó en la noche de martes a miércoles pasados, en Moscú, cuando dos drones sobrevolaron la zona más segura de la capital rusa? Unos de ellos estalló por encima del palacio del senado, en el Kremlin. ¿Ataque?
Manipulación para movilizar una opinión pública a pocos días de la celebración de la victoria contra la Alemania nazi del 9 de mayo, fecha esencial para la Rusia contemporánea? Por cierto, aunque sea simbólico, las imágenes impactaron: la bandera desapareció en rayos de fuego, teniendo que resaltar la idea de un ataque contra la nación rusa.
Por cierto, Vladimir Putin no cambió de posición y siguió afirmando que Ucrania organizó un ataque deliberado. En un comunicado oficial, el Kremlin declaró que se considera “como una tentativa de acción terrorista o como un atentado contra la vida del presidente” dicho acto. Se reserva la posibilidad de llevar a cabo “medidas de represalia” cuando lo considerara “apropiado”. Por su parte, las autoridades ucranianas desmintieron haber organizado cualquier ataque contra el Kremlin.
Ahora bien, dicho evento tiene el propósito de impactar a la opinión pública, quizás mandar mensajes al exterior ofreciendo una justificación para llevar a cabo represalias: las imágenes que fueron difundidas revelan una explosión por encima de los edificios ubicados en el centro del poder ruso. Contiene una carga fuerte, alternando una dimensión increíble tanto como, finalmente, poco probable cuando conocemos el nivel de protección del sitio. Levanta muchas interrogantes: ¿sería posible sobrevolar Rusia, desde Ucrania lejana a 700 kilómetros o 1000, sin ser detectado y entonces abatido? Si estuviese como tal, habría que preguntarse sobre el nivel de seguridad de Rusia, potencia nuclear comprometida en un conflicto de fuerte intensidad que organizo, a sus fronteras.
Volodimir Zelenski, frente a las acusaciones rusas, declaró que “su única preocupación consiste en defender las ciudades y los pueblos ucranianos contra la invasión rusa”. “No atacamos a Putin o Moscú. Sólo luchamos sobre nuestro territorio”, afirmó. Para los ucranianos, esta acción tiene una vocación: “preparar un contexto” que permita una ataque masivo de represalias. ¿Estaría anunciando una ofensiva de amplitud en Ucrania mientas Zelenski anuncia desde hace semanas preparativos a una propia contraofensiva? Por cierto, con el fin del invierno, la geografía cambia, los suelos permiten de nuevo una movilidad más fácil.
La situación a nivel geográfico y las acciones siguen en el espacio político: Zelenski estuvo durante estos últimos días en La Haya, en la sede del Tribunal Penal Internacional, para reclamar la creación de un tribunal especial por crimen de agresión en Ucrania. La escalada verbal sigue: el presidente de la Duma, la cámara baja del parlamento ruso, Viatcheslav Volodine, llama a “usar armas capaces de parar y destruir el régimen terrorista de Kiev”. El Alto Representante de las relaciones exteriores de Europa, Josep Borell, responde por su parte advirtiendo a Moscú contra el uso del “presunto ataque contra el Kremlin (…) como un pretexto para intensificar su ofensiva militar en Ucrania”.
Washington declaró considerar “con mucha precaución” las informaciones del Kremlin sobre el ataque de drones” . Antony Blinken, el secretario de Estado norteamericano, afirmó que no podía validar, como tales, las informaciones del Kremlin y alimentó el debate sobre la credibilidad del acto.
Varias hipótesis surgen en este contexto:
1) El ataque ucraniano:
Mientras Kiev multiplica las declaraciones sobre una próxima contraofensiva, ¿tendría los medios logísticos para llevar a cabo un ataque por encima del sitio más protegido de un país militarizado y conocido por su sistema de protección y de seguridad? El dron que aparece sobre las imágenes no es de tipo UJ-22 con capacidad en recoger largas distancias sino un de tipo “cuadricóptero” que no puede sobrevolar tantos kilómetros. Además, si el objetivo fuese el de atacar al presidente ruso, los medios de realización del atentado aparecerían muy aproximativos al nivel tecnológico como de inteligencia. Todos saben que Valdimir Putin no vive en el Kremlin y estaba en su residencia oficial de Novo-Ogariovo, a 25 kilómetros de Moscú.
2) ¿Sería un ataque de la oposición rusa?
Si consideramos que los drones involucrados hubiesen tenido que ser disparados desde las cercanías de Moscú, viendo el tipo de material, puede ser posible. Pero supone una capacidad de acción, observación e inteligencia que probablemente solo puede provenir de grupos con una experiencia y organización que hacen pensar en un marco militar. Ahora bien, se puede imaginar una voluntad de demostración de fuerza o de vulnerabilidad del sistema de seguridad ruso.
Se inscribe en un momento de tensiones, mientras Evgueni Prigojine, el líder del grupo de mercenarios Wagner, denunció, en un video difundido los 4 y 5 de mayo pasados, el ministro de la Defensa ruso, Serguei Choigu, y el jefe de Estado Mayor, Valeri Guerassimov, de ser responsables de las importantes pérdidas de sus tropas.. Por cierto, revela tensiones entre el ejército regular y dichos grupos, mientras acusa a los militares de retener municiones, nutriendo la amenaza en abandonar Bakmut, punto clave de los combates en el este de Ucrania desde hace varios meses.
3) ¿Una manipulación rusa?
Los ucranianos afirman que se trata de una puesta en escenario de parte de los rusos, para justificar un próximo ataque en Ucrania. A pocos días de las celebraciones del 9 de mayo, en conmemoración de la victoria contra la Alemania nazi, ese escenario es posible. Los próximos días dirán que si es probable. Esta fecha es esencial en el agenda político ruso, haciendo recordar las razones del ataque contra Ucrania cuyo objetivo consistía en “desnazificar” el país. En término de imagen, si el riesgo de un ataque contra el Kremlin fuese real, ¿qué podríamos pensar de la seguridad del desfile militar previsto, sobre la Plaza Roja, a dos pasos del Kremlin?
Los próximos días y semanas indicarán respuestas sobre la finalidad el hecho ocurrido en el Kremlin; por el momento, levanta más interrogantes, sospechas de manipulación y diversión, que respuestas claras.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.