¡Estalingrado! ¡Verdún ! Las referencias a ciudades que se transformaron en sitios de batallas emblemáticas de las últimas guerras mundiales no faltan desde hace pocos días, para demostrar la importancia simbólica tanto como operacional de los combates que están llevándose a cabo en la ciudad de Bakhmut, en el óblast de Donetsk, en Ucrania.
Podemos entrever la fuerza de la violencia con las terribles estimaciones anunciadas : más de 1000 soldados rusos y centenares de ucranianos morirían diariamente. Este nivel de pérdidas recuerda, por cierto, en Europa, la batallas en las trincheras que se vivieron en Francia, durante la Primera Guerra Mundial. Otros piensan que en Estalingrado son fuertes los combates casa por casa.
A pesar de meses de resistencia desde mayo de 2022 y después de haberse transformado en un campo de ruinas a raíz de tantas batallas de puertas a puertas, calles tras calles, edificios a otros, las tropas ucranianas parecen ceder el terreno. El jefe del grupo de mercenarios rusos “Wagner”, Evgueni Prigojine, anunció haber tomado el control de la parte oriental de la ciudad, que revela ser un punto estratégico. El propio Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, reveló durante la última reunión de los ministros europeos de la defensa, en Estocolmo, el 8 de marzo pasado, que el sitio “será a mano de los rusos en los próximos días”.
La muerte de un soldado ucraniano, pronunciando, con su último aliento, el famoso “Slava Ukraini” (“Gloria a Ucrania”), antes de caer bajo las ráfagas de los rusos que lo insultaron, se viralizó de inmediato a nivel mundial. Cristalizó el espíritu de resistencia de los ucranianos y se inscribe en estos momentos tan particulares, que acompañan cada conflicto con su cortejo de héroes y mitos que surgieron en la sangre. Y, por cierto, la violencia de los combates deja diariamente centenas de muertos.
¿Podría ser irreversible la pérdida de Bakmut para Ucrania? Al nivel táctico, parece que no. Pero, simbólicamente, podía revelar una dinámica rusa que se percibe, concentrando sus fuerzas sobre el este del país. Los expertos revelan la nueva adaptación del ejército ruso para poder contestar a la movilidad de sus adversarios, “los lobos” ucranianos que supieron aprovechar estos últimos meses, del peso de los batallones militares apodados “las vacas gordas”.
Ciudad mártir, Bakmut cayendo, podría abrir el camino hacia otras partes de la región. “Podrían ir hacia Slovianks”, afirmó el propio presidente Zelenski a la CNN el miércoles pasado. Es decir, que por primera vez desde hace meses, Rusia podría beneficiarse de una nueva amplitud de penetración en el este del país cuando la meta actual consiste en bloquear dicha progresión y cristalizar las líneas de combates.
Los rusos llevan nuevos materiales como los tanques T 90, los últimos T 14 Armata todavía no se han desplegado sobre el teatro ucraniano. Y, por supuesto, la guerra tomó formas nuevas representada por la importancia de lo numérico y de los drones: llevando bombas, material de inteligencia y detección o un arsenal digital, permitiendo identificar y desorganizar las estructuras enemigas, revelan los nuevos sectores materiales del conflicto. Obligan por ejemplo, los tanques a protegerse de esta amenaza del cielo. En esta fase, los mercenarios del grupo “Wagner” han tomado mucho espacio, unos dicen “demasiado”, tanto operacional como mediático. Desde hace pocas semanas, parece que se está librando a una forma de carrera contra el reloj entre ellos y el ejército ruso regular, con un blanco central: una influencia más grande en este conflicto.
Fue Evgueni Prigojine quien anunció tener el control de la parte oriental de Bakmut. Reclutando en las cárceles, en sectores populares para poder contestar a las pérdidas sufridas tanto como para llevar acciones frontales y despiadadas. Pero la visibilidad que gan, obliga a analizar las relaciones con el ejército ruso regular : se sabe que Vladimir Putin desconfía de los generales, que no provienen del ejército de tierra, pero no se puede permitir dejar crecer figuras que aparezcan como nuevos abanderados de un conflicto que se está transformando cada día más en una nueva guerra nacional.
Esta situación se inscribe en un aspecto que parece a raíz de este primer año de guerra: Rusia se beneficia de una profundidad . Sabe que puede inscribir su acción en el tiempo, controlando la información y, con ella, la conciencia participativa de la población. Para contestar a esta realidad que surgió desde que fracasó “la ofensiva rayo” del año pasado, los ucranianos saben cuán importante son los suministros de armas, para poder resistir a la masa continua de los bombardeos adversarios, tanto como los símbolos de resistencia.
Es bajo esta perspectiva que se debe entender la batalla de Bakmut. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, dio unas claves de lectura durante la última cumbre de los ministros de defensa europeos en Estocolmo, afirmando que “no refleja un punto de inflexión en la guerra”. Pero “subraya el hecho de que no se puede subestimar a Rusia”, obligando a adaptar siempre más el apoyo a Ucrania, integrando la noción del tiempo, condicionando la producción, el suministro, la tecnología. ¿Cuál será su finalidad? Durar, cristalizar el “frente” y siempre impedir que se extienden las tensiones para que se pueda tarde o temprano abrir la ventana de negociaciones. Pero hoy en día, el símbolo de la guerra, y, para Ucrania, de la resistencia, está manifiesto en las ruinas de Bakmut.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.