Desde el 24 de febrero de 2022, el conflicto ruge en Ucrania. Un año de afrontamientos, bombardeos, con su sangriento cortejo de muertos civiles tanto como militares. Ucrania se ha vuelto el nuevo frente de una guerra que está rehabilitando una bipolaridad internacional.
Por cierto, después de la visita del presidente Biden a Kiev, el 20 de febrero pasado, su discurso de Varsovia (21 de febrero) que parecía ser una respuesta al de Vladimir Putin a la nación rusa, una fractura política, ideológica y obviamente de seguridad está produciéndose. Desde hace un año, las relaciones internacionales están cambiando fuertemente. Podríamos decir que la “tectónica de las placas” de la influencia internacional está configurando un nuevo entorno global a partir de las consecuencias del conflicto en Ucrania.
Las consecuencias del conflicto aparecen sobre varios sectores:
Al nivel político, Volodímir Zelenski sevolvió el símbolo de la resistencia de Ucrania frente a una agresión rusa que tuvo, a raíz de los meses, concentrarse en el este del país. El presidente ucraniano logró construir alianzas fuertes tanto al nivel de una movilización económica y financiera, tanto como en suministro de armas. Ucrania, hoy en día, aparece de facto, como un país occidental, con un proceso de adhesión a la Unión Europea en examen acelerado mientras la relación con la OTAN está reforzada. Biden ha sido muy claro en Varsovia y recordó el compromiso sagrado “que constituye el artículo 5 de la alianza”, afirmando que “un ataque contra uno es un ataque contra todos”.
En Rusia, de una “operación militar especial” para asegurarse territorios supuestamente separatistas, la intervención militar se está transformando en una guerra patriótica, para salvar la “gran patria rusa”. Y por cierto, un año después no existen ningún espacio o voluntad explícita tanto como implícita de buscar caminos de negociaciones. Al contrario, cada campo se organiza en todos los ámbitos para enfrentar un situación duradera.
Al nivel económico, la consecuencias son numerosas. Productores y exportadores de productos alimentarios, de fertilizantes, de minerales, el cierre del mar de Azov al comercio perturbó las rutas comerciales y provocó una presión sobre los precios. La inflación subió aún más, cuando los precios habían sufrido desde 2021 de la crisis de la pandemia de la covid 19. Y, sobre todo, la energía se ha vuelto central en este conflicto. Lo es para Europa, que recibía 45% de su gas desde Rusia.
La amenaza sobre el suministro de los hidrocarburos se ha vuelto fuerte en Europa, tal como lo ilustró la destrucción del gasoducto NordStream 1 en el Mar Báltico. Para contestar a este desafío y liberarse de una dependencia inaceptable en el contexto de seguridad actual, la Comisión Europea desarrolló un plan llamado REPower EU, diversificando el suministro para romper con una dependencia de Rusia, acelerar el despliegue de las energías renovables y llevar a cabo economías de energía.
Por su parte, las sanciones adoptadas contra Rusia y dirigentes desde hace un año obligan a Moscú a adaptar sus rutas comerciales y de suministro: no le queda otra opción que reforzar su relación con Asia y por supuesto China. Hoy en día, Rusia suministra 15 mil millones de m3 de gas con Beijing (145 antes del conflicto con la Unión Europea). El encuentro entre Putin y el canciller chino, Wang Li, el 22 de febrero pasado, ilustró esta nueva prioridad .
- La seguridad: mas allá de las operaciones en el este de Ucrania, es todo el edificio de seguridad que está puesto en tela de juicio. En Occidente, los europeos decidieron desde el año pasado reforzar sus dispositivos militares y de producción. Es una tendencia nueva para países como Alemania, más natural para Francia. Independencia ha sido una palabra fuerte de este año que se acabó en la interdependencia de la alianza atlántica, la OTAN. Se amplió a países como Finlandia y Suecia (en discusión frente a la hostilidad de Turquía) y se reforzó en término de potencial operacional. El suministro de armas a Ucrania, entre ellas municiones, se organizó para contestar a la agresión rusa: son 20,000 los proyectiles usados por las tropas rusas diariamente en Ucrania, que gasta hoy en día 5,000. Putin, además del aspecto convencional, abrió la temática estratégica, en otros términos, nuclear anunciando la suspensión de la participación de Rusia al tratado “New Start”, firmado en 2010 y prorrogado hasta 2026, para la reducción y la limitación de armas nucleares.
- Y por supuesto, teatros periféricos surgen: África del oeste con la presencia del grupo de mercenarios rusos, Wagner, apoyando regímenes que derriban alianzas naturales para privilegiar proximidad nueva con Rusia, como es el caso en el Malí, en República Centroafricana y Burkina Faso. En Irán, las tensiones por el Mar de China y con Taiwán tanto como en la península coreana, tantos focos que pueden extenderse en medio de las situación en Ucrania, exigiendo una gran atención de parte de los actores involucrados.
Desde hace un año, el conflicto en Ucrania ha generado fuertes consecuencias en las relaciones internacionales: fracturas políticas y de seguridad, emergencia de una nueva lógica de bloques, reforzamiento de medidas disuasivas para evitar un extensión de tensiones en ámbitos globales como lo puede ser lo nuclear, tantos ejes que ilustran cuánto se profundizó la crisis.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales