Es una gran satisfacción para mí como exalumno, y seguramente que también le sucede a usted, cuando se cumplen hitos de las instituciones importantes para el desarrollo y la superación de cada uno, para la sociedad y el país, como creo que ha sido y sigue siendo el Instituto Técnico Industrial.
La idea es que los bachilleres industriales, cada uno en su especialidad, se desempeñen en la pirámide laboral, entre el nivel superior académico de los ingenieros y los obreros calificados. Así los ingenieros desarrollan productos o instalaciones, por ejemplo, el sistema de distribución de energías en un gran edificio o en una fábrica, el nivel académico intermedio de bachiller organiza y supervisa la instalación, que realizan los obreros profesionales.
El ITI, ahora INTI, inició con un plan de estudios de tres años, cuyo requisito de admisión era el sexto grado y los alumnos realizaban el "plan básico técnico" y graduaban como obreros calificados.
La enseñanza media técnica sigue siendo importante y necesaria en todas las especialidades y en todos los países. En Europa las escuelas técnicas reciben mucho apoyo de los ministerios de Educación y de la empresa privada, con donaciones, sobre todo cuando los empresarios son exalumnos de escuelas técnicas. Ojalá fuera así también en El Salvador.
Revisando la historia, el edificio del Instituto Técnico de Educación Media fue construido por el Instituto de Vivienda Urbana (IVU) en 1955, durante el gobierno del presidente Oscar Osorio, y en un principio se formaron obreros calificados en las especialidades de mecánica general, mecánica automotriz, electricidad, carpintería y ebanistería.
En 1961 el embajador de El Salvador en Japón, Lic. Walter Beneker, gestionó una asesoría japonesa en el área de educación y en julio de 1962 vino una misión que recomendó la creación del nivel de Bachillerato Industrial, que se creó por el decreto ejecutivo 118, en cuatro especialidades: Mecánica General, Mecánica Automotriz, Electricidad y Radio y Televisión.
Los profesores responsables de cada especialidad --me viene a la mente el de mecánica general, profesor Salvador Rodríguez-- antes del inicio del primer plan de estudios estuvieron un tiempo en Japón aprendiendo sobre la educación media japonesa, pues según tengo entendido, El Salvador fue el primer país de Centro América que estableció relaciones de cooperación para la enseñanza técnica con Japón.
A partir de entonces y durante cincuenta años el Instituto Técnico Industrial recibió apoyo del Gobierno de Japón, con profesores que trabajaban aquí durante un tiempo y luego regresaban a Japón, pero venían otros en las cuatro espacialidades, y además, eran frecuentas las donaciones de máquinas herramientas para el taller de mecánica general, mecánica automotriz y aparatos especiales para electricidad y radio y televisión.
Pero volviendo a los Años Sesenta y refiriéndome a mi experiencia en el Instituto Técnico Industrial, quizás por ser hijo de mecánico graduado en el Colegio Santa Cecilia en Mecánica general, en cuanto vi el anuncio del nuevo plan de estudios decidí investigar. El profesor y director Servio Tarquino Barraza me explicó todo el programa y el mismo día decidí subirme en el tren del nuevo plan de estudios.
El programa se formaba de dos áreas de aprendizaje, una práctica en las máquinas herramientas en el taller y la otra en clases teóricas de la especialidad y otras materias, como matemáticas, física, química, estadística, dibujo técnico, relaciones laborales y relaciones humanas.
Por haber obtenido las mejores notas en mi especialidad, el día de la entrega de los títulos de los primeros bachilleres industriales, me sorprendieron con una felicitación y un premio que me entregó del embajador de Japón, un precioso reloj Seiko automático, que aun guardo con cariño.
Unos meses más tarde la Embajada de Alemania solicitó los expedientes de los mejores estudiantes y me llamaron para concederme una beca de cinco años para estudiar ingeniería mecánica en Alemania, que también acepté en el mismo momento. Entonces las becas se acompañaban de un curso en alemán, unas prácticas en empresas alemanas, un curso preparatorio y todo el estudio de ingeniería en una escuela de ingenieros.
Me siento orgulloso de mis estudios en el ITI, pues nos enseñaron y aprendimos la teoría y la práctica de la especialidad, y además, yo aprendí a pensar cómo realizar un trabajo antes de empezarlo.
En mi tiempo de practicante en Alemania en una gran fábrica de máquinas, en la realización de un trabajo en una pieza de acero de un metro de diámetro con muchas dimensiones críticas, que sería la parte giratoria del embrague de una gran prensa, con el plano sobre la mesa analizando las medidas y las tolerancias mi maestro y tutor, me explicó con detalle y paso a paso cómo realizaríamos el proceso en un torno vertical. Pero antes de empezar y haber analizado los riesgos de inexactitud en las medidas críticas, le pedí permiso de proponerle otra alternativa y, al analizarla, me dijo, tienes razón. Es más seguro como tú dices. Él era un experto de unos cincuenta y cinco años y yo hacía dos que había terminado en el ITI. Llamó al maestro responsable de los practicantes y le contó que con él había decidido trabajar con mi recomendación. El maestro de los practicantes me preguntó: ¿Dónde aprendiste a visualizar cómo realizar este tipo de análisis antes de iniciar los trabajos? "En el Instituto Técnico Industrial en El Salvador", le respondí. Me felicitó y me subió la calificación de esa semana.
Pues desde 1964 hasta el 2023 el INTI ha formado unos 20,000 bachilleres industriales y hoy en seis especialidades (sistemas eléctricos, mecánica industrial, infraestructura tecnológica y servicios informáticos, desarrollo de software y mantenimiento automotriz) tiene 1280 alumnos, de los cuales 120 son alumnas.
Como todas las instituciones de enseñanza nacionales, el INTI tiene necesidades crecientes de presupuesto para su mantenimiento y la compra de insumos. Desde hace unos diez años creamos un grupo de exalumnos para buscar ayudas externas y como hay ex alumnos del INTI en muchos países, desde aquí un llamado para apoyar los esfuerzos de la Dirección por continuar formando excelentes bachilleres.
Como en todas las instituciones con muchos alumnos, siempre existe la mayoría que sobresale en lo bueno y los pocos que ponen en duda el nombre de las instituciones, por lo que, también desde aquí un llamado a los alumnos a respetar el prestigio de la institución en la que se forman.
Para mí el ITI fue la plataforma de un salto cualitativo en mi desarrollo profesional y todo lo que aprendí me sirvió en mis estudios de ingeniería. Gracias a que aprendí la mecánica, también trabajé como mecánico en un taller de reparación de trailers durante las vacaciones de la escuela de ingenieros y me sirvió durante mis trabajos en la producción y el control de la calidad en las empresas del sector del automóvil que he trabajado.
Pues sí, estimados amigos, este jueves celebramos en un acto muy importante para los exalumnos, los profesores, los funcionarios del Ministerio de Educación y los alumnos, el Setenta Aniversario de nuestro querido Instituto Nacional Técnico Industrial.
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.
Pedro Roque / pedroroque.net
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.