Emigrar es una experiencia transformadora que implica una serie de desafíos y sacrificios tanto para el que se va como para el que se queda, pero también involucra oportunidades y crecimiento, que suelen ser los principales impulsores. No dudo que una decisión de esta envergadura va plagada deuna mezcla de emociones, desde la esperanza y el optimismo hasta el miedo y la incertidumbre.
En esta oportunidad, deseo dedicar estar líneas, a esos milesde migrantes, principalmente salvadoreños y latinos que tomaron un día la decisión de emigrar, pero la difícil, la no voluntaria, la forzada por las circunstancias, la que duele.
Y es que emigrar es mucho más que simplemente dejar atrás el lugar de origen. Generalmente se dejan atrás a los seres queridos, nuestro entorno, idioma y todo lo que nos resultaba familiar. Para muchos, sobre todo los más grandes, es dejar atrás la seguridad de lo conocido y aventurarse hacia lo desconocido, enfrentando la incertidumbre del futuro y las dificultades de adaptarse a un nuevo entorno.
El que emigra, no siempre es el que se encuentra en situación crítica en su país de origen. Muchos emigran dejando atrás empleos estables, -en ocasiones estables, pero no bien remunerados, o bien remunerados pero insuficientes para sus gastos o expectativas de vida- muchos otros se van dejando atrás carreras profesionales en las que invirtieron tiempo, dinero y esperanzas, se van en un claro desafío tras un sueño, que esperan se vuelva realidad.
Ya en el nuevo país, los retos que enfrentan son muchos y variados. Desde la dificultad para encontrar empleo, vivienda, salir adelante con los nuevos costos de vida, insertarse en la sociedad, lidiar con el choque cultural, el desarraigo, y a esto aunado -para algunos- la barrera del idioma, puede ser realmente desafiante para cualquiera.
Sin embargo, a pesar del desconcierto y los desafíos deciden quedarse, con determinación, dispuestos a salir adelante y dar lo mejor para ellos y sus familias, el sacrificio y el aporte es innegable, tanto para el país de acogida como para el nuestro. En los Estados Unidos, nuestros migrantes contribuyen con su trabajo y dedicación a sectores principalmente agrícolas, de construcción, manufactura, servicios, impulsando la productividad y el crecimiento de los EEUU y el nuestro, a través de las remesas familiares. Pero también tenemos miles de casos, que están insertados a nivel profesional y de negocios.
Además de su contribución económica, los migrantes enriquecen la diversidad cultural en áreas como la música, la gastronomía, entre otros, son sin duda parte del tejido social, económico y cultural de los Estados Unidos.
Y no, de ninguna manera estoy instando a la migración, únicamente es detenernos un momento, reconocer y valorar el inmenso aporte que hacen los migrantes, principalmente los que deciden hacer todo conforme a ley, pues implica esperar, llevar procesos y etapas. Estimados, les debemos mucho.
Directora COIMSAL Asesoría Migratoria