Uno de los errores más comunes que se cometen una y otra vez en cuestiones de inmigración y visados es mentir u ocultar información al Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), comúnmente llamado Inmigración. Esto sucede en declaraciones verbales o escritas a agentes en puertos o aeropuertos de entrada, o bien en formularios o aplicaciones de inmigración, que por cierto en su gran mayoría traen una nota de advertencia que algunos de ellos son declaraciones juradas de patrocinio, por ejemplo, o de que la información consignada en ellos fue leída y comprendida y que es verdadera y correcta bajo pena de perjurio.
El punto es que USCIS (Inmigración) siempre advierte a los usuarios de su sistema -por cualquiera de las vías- la importancia de decir la verdad y ser honestos con toda la información que se proporciona, pasando por cifras, fechas, datos y cualquier otro elemento que sea de relevancia al proceso. Pero pese a dichas advertencias, hay personas que deciden mentir, a veces por la ligereza de creer “que no se darán cuenta”, o bien por no darle la importancia que realmente tiene ese punto y arrojan datos imprecisos o falsos. Otras veces, pues, se miente intencionalmente.
Inmigración se asegura siempre que la persona tenga el conocimiento pleno que presentar solicitudes o formularios con información falsa o engañosa puede resultar incluso en la negación permanente no solo de un visado, si no, negación de entrada a los Estados Unidos. Por tanto, al presentar y firmar física o electrónicamente una aplicación el solicitante admite y certifica comprender lo que está haciendo y las consecuencias.
La mala noticia en todo esto es que Inmigración no tiene memoria corta, y si bien algunos detalles se pasan por alto, usted no sabe si tendrá la “mala suerte” de que un agente decida revisar un poco más su caso, o a veces las cosas son tan obvias que no necesitan de mayor revisión y surgen a simple vista, en cualquiera de los casos, créame, no le va a gustar el resultado.
Sobre este tema, viene a mi mente una noticia que publicó un importante medio de comunicación estadounidense, en la que daban a conocer cómo a un médico nacido en Virginia le habían quitado la nacionalidad estadounidense a sus 61 años.
El médico nació, creció, estudió, se graduó y ejerció en EE.UU., y como había hecho anteriormente, con toda normalidad, presentó la solicitud para renovar su pasaporte estadounidense, pero recibió como respuesta una notificación en la que le retiraban su ciudadanía porque no debió habérsele concedido, incluso habiendo nacido en EE.UU. Ello porque al nacer, su padre era diplomático de la Embajada de Irán y él gozaba, al igual que su padre, de inmunidad frente a la jurisdicción de EE.UU.
Más que el tecnicismo, que por cierto es válido, llama la atención que transcurrieron 61 largos años para que alguien se percatara de lo sucedido y procediera.
El punto es que si pueden pasar 61 años para percatarse de un error y corregirlo, ¿cómo puede alguien pensar que luego de 5 años (los famosos 5 años) los datos “los borran”, o que le pagaron a alguien para que les “limpie el récord”, o que han hecho tan bien las cosas que “no hay registros” y, por tanto, se puede sostener una mentira?
Todo lo anterior no existe, los datos no se borran cada 5 años, no se le puede pagar a nadie para “limpiar récords”, y generalmente no sucede que se viole la ley de Inmigración y Nacionalidad y no haya registros. Lo que sucede en la práctica es que son miles, sino millones de casos similares y nos los procesan todos, pero aleatoriamente pueden hacerlo, o bien por una revisión más exhaustiva, en los casos simples, ya los casos complejos, pues esos sí se persiguen.
Por ello, no le mienta a Inmigración, no sólo porque tiene buena memoria, sino porque cuesta que perdone. Por cierto, al médico le dieron la opción de aplicar a la residencia permanente.
Directora COIMSAL