Hay un aforismo muy común en nuestro medio: “La academia está divorciada de la empresa privada”. Esta es sin duda una afirmación muy grave, pero no es verdadera; de hecho, la realidad supera a la ficción, porque ciertamente no puede haber divorcio, ya que nunca ha existido matrimonio. Sin embargo, la buena noticia es que, ya hay un noviazgo bastante prometedor.
Veamos este tema en perspectiva: La academia, representada principalmente para el caso por las denominadas Instituciones de Educación Superior (Institutos tecnológicos, técnicos especializados y universidades), tiene tres pilares básicos que establecen y delimitan sus acciones, siendo el primero la docencia, el segundo la investigación y el tercero la proyección social y en todos ellos requiere del acompañamiento de la industria para poder alcanzar sus objetivos. En docencia, la experiencia y el conocimiento que tienen los profesionales que laboran en la industria, es imprescindible para brindar enseñanza actualizada y pertinente a los educandos; en investigación, donde se requiere recrear lo mejor posible las condiciones reales y además, que el resultado de las investigaciones sea aplicable, la relación con la industria equivale a campo de investigación/utilización del resultado de las investigaciones (para que no pasen a guardar polvo en un archivo); y en cuanto a la proyección social, siendo que la industria es el motor de la economía nacional, no puede pretenderse hacer proyección social sin contar con el apoyo de dicho motor, sin olvidar que incrementando la potencia de dicho motor, se logrará un efecto positivo sobre la sociedad.
En el otro extremo se encuentra la industria, la cual necesita lo mismo que la academia, pero en el sentido de la tercera Ley de Newton: Que sus profesionales y técnicos no se queden estancados, consumiendo sus propios conocimientos hasta que se vuelvan obsoletos, para lo cual lo óptimo es la actualización constante, a través de formación continua, que puede ser brindada por la academia en la parte formal e informal; necesita investigación, para poder generar innovación que permita la competitividad, la cual en el caso de empresas nacionales o regionales es muy costosa para hacerla por “cuenta propia”, volviendo la alianza estratégica con la academia, imprescindible; y finalmente, pero no por ello menos importante, la idea de proyección social, que hace mención a aquellos servicios y actividades que se llevan a cabo para lograr una mejora en la vida de la gente, es un tema que interesa a los dos miembros de esta pareja, donde aún en el más prosaico de los casos, interesa a la academia porque la ley se lo manda, mientras a la industria, por un vital tema de inteligencia comercial…claro que, en la vía ética la proyección social tiene su noción ligada a la educación que se presta para que las personas tengan las herramientas necesarias para progresar socialmente y para que los conocimientos impartidos sean útiles para la comunidad, lo cual conjuga perfectamente con los intereses de la industria.
Aunque ya externamos la gravedad de existir un poco vinculación entre el sector académico y el empresarial, también hay que señalar que dicha gravedad, en cuanto a sus consecuencias, no ha sido pasada por alto, habiéndose generado desde hace algún tiempo el inicio de una relación que poco a poco va mostrando sus frutos.
En dicho sentido, el primer paso fue dado y sigue dándolo, el sector industrial, recibido este con mucho aprecio, aunque quizá no con suficiente esmero, por parte del sector académico. Una muestra de lo cual se acaba de ver en la realización del CONGRESO INDUSTRIAL DE ALIMENTOS Y BEBIDAS, que se llevó a cabo en septiembre pasado, donde participaron investigadores académicos, exponiendo sobre temas de gran relevancia para las exportaciones, análisis sobre comportamiento humano trasladado al consumo y una importante participación de parte del INCAE sobre visión estratégica de sostenibilidad; la tecnología y la innovación no estuvieron olvidadas, se habló del metaverso y de nuevas tendencias en alimentos; sin olvidar la participación de más de doscientos congresistas, entre estudiantes y docentes, de más de 10 universidades.
Hace falta camino por recorrer. Pero todo parece indicar que se trata de un noviazgo que avanza al compromiso, para arribar finalmente al matrimonio; ojalá veamos pronto que se corren las amonestaciones. Bien por la industria, bien por las IES que se apuntan.