Iniciando el Mes Patrio, pregunto: ¿qué hemos hecho los salvadoreños en 201 años de Independencia?¿Estamos mejor que en 1821? Más fácil: ¿estamos mejor que en 2021? Me refiero a la calidad de vida y a la imagen que como país tenemos, no específicamente al aspecto económico.
La respuesta de los corifeos gubernamentales sería: somos el mejor país del mundo mundial, envidia y ejemplo para todas las naciones. Eso en caso de que leyeran esta columna, algo totalmente improbable; ni siquiera leen EDH; o, mejor dicho, ni siquiera leen. Lo hemos comprobado cuando alguno confiesa, sin ningún pudor, que no ha leído la ley que aprobaron, por la que acaba de votar; solamente se leen entre ellos mismos, así que hagamos la pregunta para el resto de salvadoreños: ¿qué opinamos?
Creo de utilidad que cada quien nos hagamos un examen y opinemos sinceramente para entonces dar el siguiente paso: ¿qué haremos al respecto?
A mí lo que más me preocupa, porque el deterioro es visible y mayúsculo, es el tema educativo. Porque una persona sin educación tampoco tiene el alcance para cuidar de su salud ni para procurar adecuadamente los medios para su propia subsistencia. Y evitemos la excusa de que todos los gobiernos han descuidado la educación, porque la responsabilidad última la tenemos los padres de familia: ¿por qué permitimos a los gobiernos el que haya un sistema educativo tan deficiente? Y, ¿por qué no hemos obligado a los hijos a sacar el máximo provecho de la educación que tienen a su alcance? Porque existen casos excepcionales de jóvenes que, a pesar de tanta deficiencia, han logrado éxitos verdaderamente admirables y logran realizar sus estudios superiores en las universidades de mayor renombre. Es decir, el esfuerzo del estudiante Y DE SUS FAMILIAS (ojo) hace la diferencia entre ser una persona exitosa o convertirse en un NINI.
Nuestros problemas se originan en la carencia de familias funcionales; sin ellas, seguiremos sin el desarrollo que, después de 201 años, deberíamos tener. Es triste cómo se inventan una ley por aquí, otra por allá, para supuestamente beneficiar a los bebés, a los niños, a las mujeres, en lugar de dedicarse a un estudio enfocado en la reconstrucción de las familias, actualmente desestructuradas debido a la migración, a la pérdida de autoridad parental, a la paternidad y maternidad irresponsable (sí, también ésta existe), etc. Porque es en la familia donde se forma el ser humano, y antes que ser un buen estudiante, un buen profesional, un buen ciudadano, es indispensable ser una buena persona. Allí es donde, desde mis 80 años, veo que los salvadoreños hemos retrocedido muchísimo. Porque las nuevas generaciones se han criado dándolo todo por hecho, exigiendo, criticando y sirviéndose de lo que a sus padres les ha costado, en lugar de esforzarse y disfrutar de algo que les es totalmente desconocido: la satisfacción del deber cumplido.
Entonces, ¿qué hacer? Cada uno deberá responderse según su particular preocupación. De mi parte, continuaré ayudando a las instituciones privadas que se dedican a la formación de buenos seres humanos, personas que se convierten en buenos ciudadanos, capaces de alcanzar sus metas y que honran a nuestra Patria cada día, con su conducta y desempeño, cambiando la mala imagen que actualmente tiene nuestro país.
Recuerden, el 15S marcharemos.
¡Dios te salve, Patria sagrada!
Empresaria.