Me han preguntado ¿cuál es la razón de estos últimos escritos? Ud. no es imparcial, se me señala; yo les digo. “No se trata de ser imparcial, se trata de ser veraz, los hechos son comprobables, no se trata de inventar datos y hechos”.
No nos gusta saberlo, mucho menos decirlo, en la historia siempre hay momentos en que los pueblos aman a los autoritarios; dicho de otra manera, es muy difícil que se haga un autoritario si no consigue que una parte significativa de un pueblo deposite su confianza en las grandes expectativas. Después tratarán de olvidarlo, porque el recuerdo les humilla, pero lo que tuvieron que pasar es clarísimo saberlo de Anastasio Somoza García, Maximiliano Hernández Martínez, Trujillo, Videla, Pinochet. Franco o el cabo Hitler. Millones les amaban, porque emprendían tareas que les parecían necesarias y que los gobiernos respetuosos de la ley no realizaban. Se cree que los políticos no sirven para nada o, peor, solo sirven para enriquecerse; la democracia queda reducida como un sistema que impida los pactos, alianzas, discusiones, para perpetuar los problemas reales. ¿El salvador está en ese momento? Es triste la docilidad en que han caído los salvadoreños, dominados por la fantasía y la ficción propagandística; la amnesia de la historia es caminar en reversa y solo conduce a los días incruentos de nuestra vida democrática y republicana. El futuro duele, pero una sola vez. Negarlo duele para siempre.
“El que no conoce su historia está condenada a repetirla”, me dicen. ¿Y cómo conocerla si a los que pueden hablar no se les permite? Les digo: “Los pueblos, la nación, que callan su pasado van a repetirlo”.
La historia nos enfrenta a los dilemas y contradicciones de lo que nos sucede. Solamente recordando la historia, podremos entender; estamos en una decadencia de la democracia liberal, enfrentada a una cuestión de orden básico, una intensificación de un antiliberalismo “en nombre del orden y de la seguridad”. En esta circunstancia la democracia no se sostiene, salvo como una fachada; es el fin del Estado-nación como lo conocemos, producto de la pérdida de valor de las instituciones clásicas. La Iglesia, los partidos políticos, los tribunales, las fuerzas armadas, las gremiales empresariales, los sindicatos han hecho aguas. En nuestro país han aprovechado la frustración generada por los partidos tradicionales y se ha apelado al resentimiento de la gente y a la corrupción con la promesa de combatirlos.
Se equivocan terriblemente quienes creen sacarán ventaja; tenemos un rol que jugar, algo que decir. “O las democracias se dan cuenta de que no alcanza con existir, o nos vamos a quedar sin nada. ¡SI ESTAMOS DENTRO DEL CAÑÓN SOLO TENEMOS UNA SALIDA ¡No hay que fiarse de los que más palabras emplean, sino en las obras que se ejecutan!: el satélite Cuscatlán, la llegada de Lufthansa a oriente, el tren del Pacífico, ciudad bitcoin, 100,000 empleos con la llegada de Amazon; el plan económico de Harvard, tecnología de última generación generada por Google; cuatro nuevas seccionales de la Universidad en beneficio de los salvadoreños; reconstrucción de 5,000 escuelas y mucho más).
Se oye su canto: “Miénteme más, que me hace tu maldad feliz…”
En junio del 2023 la Asamblea Legislativa aprobó la reducción de 84 diputados a 60 con dispensa de trámites; luego se decretó, aprobada en un madrugón. De igual manera, el mismo día se presentó a propuesta de reducción de los municipios de 262 a 44, sin ningún criterio técnico, ni transparencia; la principal virtud de los municipios es su cercanía con la población y es justamente eso lo que se pierde con esa decisión; por supuesto que 262 son demasiados, pero pasar a 44 “porque sí” es una irresponsabilidad mayor, que haber dejado los 262.
No solo se redujo el número de diputados, además se cambió la fórmula electoral mediante la cual los votos se convierten en diputaciones luego de la elecciones 8 meses antes los comicios, la (fraude de ley) se elimina la fórmula de cocientes y residuos, garantía de mayor pluralismo político y que tiende a evitar el caso de una asamblea con diputados de un solo partido en su accionar, ya que tendrá menos o no tendrán representación las minorías, beneficiando a los partidos mayoritarios. Pueden existir opiniones a favor o en contra, lo cierto es que las motivaciones no se han dado a conocer de manera clara y transparente, no ha existido tampoco transparencia en la asamblea, en el proceso de formación de ley, todo se tramita de manera atropellada con dispensa de trámite y consultas exprés.
El tiempo no hace preguntas el da respuestas y nos está diciendo que la reformas, solo se trataron de un trasfondo político electoral, que poco o nada benefician a la población.
Aunque el gobierno diga que serán mejor los servicios la realidad nos ha demostrado que la descentralización a perjudicado a las comunidades, no se ha detenido la corrupción, y vulnera la autonomía municipal, no la decidió la gente, no hubo consulta pública, ni discusión parlamentaria y jamás se dan razones de peso. Aunque las voces del gobierno digan que habrá ahorro. La principal beneficiada con el cambio es el oficialismo en términos de permitir el control del Estado sobre la población y sus recursos, gozando de la aritmética a su favor, anulando el debate a cero y sometiendo los territorios al ejecutivo, hay una conveniencia de efectos electorales.
Estamos viviendo varias incongruencias en los cambios presentes ¿se van a precarizar los servicios con la nueva lógica? La realidad así lo demuestra y la centralización perjudica, sin contar con la opacidad, falta de rendición de cuentas, transparencia e ineficiencia que estamos soportando. Se debe devolver a su nivel original. Si no hay cambio de rumbo se fortalecerá la centralización del Estado y se debilitará la participación ciudadana.
General (r) de la Fuerza Armada de El Salvador.