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Dr. Reynaldo Galindo Pohl: La tarea de la cultura

“La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida” André Malreaux

Por Francisco Galindo Vélez

La Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador ha puesto en línea una página de internet llamada Colección digital de obras del Dr. Reynaldo Galindo Pohl. Ya se pueden consultar el Guion Histórico de la Ciencia y el DerechoVolumen II, y Filosofía del Derecho. Pronto habrá más obras en línea. Se trata de un proyecto de muy largo plazo porque la obra del Dr. Reynaldo Galindo Pohl, publicada y manuscrita, es muy voluminosa.

Las personas que no lo conocieron, o que lo conocieron poco, piensan en él como una persona muy seria, pero desconocen que tenía un gran sentido del humor y le encantaban las artes en todas sus expresiones, con una predilección por las plásticas y las escénicas. Cuando vivió en París como funcionario de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se convirtió en figura conocida en muchos museos, en especial del Museo del Louvre, donde también estudió arte.

Alguna vez me dijo, “mis críticos quieren comprobar que soy anticuado diciendo que soy un hombre del siglo XIX, pero se equivocan por un siglo porque soy del XVIII, de la época de la Ilustración”. Pero en su caso hay que hacer hincapié en que se trataba de una Ilustración francamente universal, pues incluyó a las mujeres y a personas de todas las condiciones sociales, de todas partes del mundo y de todos los tonos de piel.

Llegaba al fondo de las cosas porque consideraba que había que entender el problema para no cometer el error de quedarse en infructuosos análisis de sus meras manifestaciones o síntomas, y por eso insistía en la importancia de la lógica, siempre consciente de que lo subsidiario sigue la suerte de lo principal, aunque algunas veces no ha sido tan evidente a lo largo de la historia. ¿Y para las soluciones? Pues muy sencillo: había que resolver los problemas y no los síntomas, y nunca masajearlos o posponerlos.

Además, insistía en la importancia de ir directamente a las fuentes y de nunca fiarse de resúmenes hechos por otros. Y es verdad, porque vale preguntarse cuántos conflictos humanos que han causado gran sufrimiento y daño se originaron en resúmenes que a unos transformaron en seguidores y a otros en adversarios, sin jamás haber consultado las fuentes.

La cultura era su gran preocupación, convencido de que sin ella no había progreso, y que el relacionamiento de los seres humanos entre ellos y con el resto de la naturaleza se tornaba complicado e inevitablemente violento. Para él, era un elemento fundamental para la creación de Estados democráticos basados en el derecho, y para que las personas pudieran ser libres y vivir en paz. 

En esto, me atrevo a decir que su visión fue cercana de la de Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español de la generación del 98 que dijo: “La libertad no es un estado sino un proceso; sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura. Sólo la imposición de la cultura lo hará dueño de sí mismo, que es en lo que la democracia estriba”.

Y la cultura necesariamente está vinculada al pasado, presente y futuro, en lo que el historiador británico Edward Carr llamó “la interminable cadena de la historia”, que comienza “cuando los hombres [hay que entenderlo con H mayúscula] empiezan a pensar en el transcurso del tiempo no en función de procesos naturales como las estaciones y el lapso de la vida humana, sino “en función de una serie de acontecimientos específicos en que…se hallan comprometidos conscientemente y en lo que conscientemente pueden influir”, y así, la “historia es la larga lucha del hombre, mediante el ejercicio de su razón, por comprender el mundo que le rodea y actuar sobre él. Pero el período contemporáneo ha ensanchado la lucha de una forma revolucionaria”, pues ahora no solo se propone “comprender y modificar, no sólo el mundo circundante, sino también así mismo; y esto ha añadido, por así decirlo, una nueva dimensión a la razón y una nueva dimensión a la historia”.

Así las cosas, el gran cambio se da por la capacidad del ser humano de desarrollar una conciencia de sí mismo y, recuerda Edward Carr, que René Descartes “fue el primero en establecer la posición del hombre como ser que puede, no solo pensar, sino pensar acerca de su propio pensamiento, que puede observarse a sí mismo en el acto de observar, de modo que el hombre es simultáneamente sujeto y objeto de pensamiento y observación”.

También fue muy buen pedagogo, y dos anécdotas autobiográficas son muy dicientes e ilustrativas.  Le gustaban los caballos y fue muy buen jinete. Decidió enseñarme a montar; me puso unas hojas de papel entre las rodillas y la montura y me dijo: “Si se te caen los papeles, te caes del caballo”. Nunca logré ser un jinete ni siquiera medianamente bueno, pero puedo afirmar que aprendí a no caerme del caballo. 

Y el otro ejemplo es con Don Quijote de la Mancha; un libro que ha marcado mi vida. Un día me lo dio y me dijo: “lee este libro”. Al poco tiempo de empezar a leerlo me preguntó qué me parecía y le respondí: “no entiendo nada”. Me animó a seguir leyéndolo y me dio un diccionario. Tiempo después volvió a preguntarme sobre el libro y le dije algo así como este tipo está chiflado. “Sigue leyendo”, me dijo. Más adelante, cuando vio que había terminado de leerlo me preguntó: “¿Qué te ha parecido?” Le contesté: “Don Quijote es un genio”. Me respondió: “has entendido el libro”, y lo comentamos durante varias horas, y por el resto de la vida.

Fue catedrático, jurista, diplomático, escritor y filósofo. Todo le gustó, pero lo que más disfrutó fue el estudio y la enseñanza de la filosofía. No es casualidad que su tesis de doctorado se titule Notas de Filosofía. Además, como hombre de paz, Immanuel Kant fue una referencia fundamental y, así, tampoco es casualidad que uno de sus libros se titule La idea del derecho en Kant

Se hizo la misma pregunta que ha causado desvelo a muchos a lo largo de los tiempos: ¿Cómo lograr la paz y cómo vivir en paz? Y así, se preguntaba cómo era posible que el ser humano, siendo un ser racional, no lograra la paz y siempre encontrara cualquier excusa con justificaciones muy estructuradas para ir a la guerra o hacer uso de la violencia de diferentes formas, incluso en sus propios hogares y contra sus propias familias.

Como filósofo, siguiendo la senda marcada por Aristóteles, Platón, Spinoza, Hegel y Whitehead, entre otros, se interesó por la teoría del todo, es decir, una fórmula o ecuación única que explique todo el universo, y por eso se adentró en la física, porque este es un tema que ha ocupado a filósofos y físicos desde hace tiempo. 

Así, estudió las dos grandes teorías que resumen la física: la teoría general de la relatividad, la teoría de lo grande, donde se encuentra Albert Einstein, que postula que el espacio y el tiempo son relativos y conforman “un continuo llamado espacio-tiempo”, y que la masa de los objetos, planetas, estrellas, etc., hace curvo el universo; y la teoría cuántica, o mecánica cuántica, donde se encuentra Max Planck, que habla de partículas, es decir, elementos a nivel microscópico,electrones y moléculas que son parte de un mundo subatómico. 

Cada una de estas teorías por si sola está muy bien; el problema es que cuando se trata de juntarlas no encajan. Hacerlas encajar ha sido una gran preocupación y se han elaborado diferentes teorías para lograrlo, y a lo largo de su vida el Dr. Galindo Pohl dedicó tiempo al estudio de varias de ellas, pero la última que estudió fue la Teoría de Cuerdas que sostiene que las partículas subatómicas, electrones, fotones, quarks, son vibraciones de pequeñas cuerdas.

Una mañana me dijo: “Si esto se llega a comprobar algún día, cambiará todo nuestro conocimiento y nuestro entender de todo, absolutamente todo, porque la Teoría de Cuerdas funciona pero requiere diez dimensiones. ¿Será posible que en el universo haya otras dimensiones que desconocemos?”En todo caso la idea de música del universo le pareció sumamente atractiva, y reflexionó sobre su importancia en toda esta complejidad, o tal vez simplicidad, del universo.

Pronto habrá más obras en línea; todas de libre acceso. La Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador ha emprendido este proyecto con sumo entusiasmo, y lo ha incorporado plenamente a su esfuerzo de graduar de esta institución a mujeres y hombres profesionales formados en los grandes valores y principios de la humanidad, educados y cultos que genuinamente contribuyan a la vida en paz y al desarrollo de su país, y que al igual que Kant se digan siempre: “Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto, a medida que profundizo en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.

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