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Protejamos el cerro San Jacinto

El cerro de San Jacinto o Domo, actualmente, bajo la óptica ambiental es de gran importancia, aún no sabemos cuánto carbono captura en su totalidad, pero sin duda es un gran filtro y gran regulador del clima en nuestra ciudad capital.

Por Carlos Francisco Imendia

Desde tiempos antiguos, las migraciones toltecas, desde el centro de México, En el S. X, D.C., guiados por las profecías de una tierra prometida por Quetzalcóatl en lo que es el fértil valle de (Quet) Zalcoatitan, grupos humanos se asentaron en el valle dando origen a la nación pipil.


Una joya natural siempre nos vigila del este o el oriente, donde inicia el camino solar, de día y de noche, el cerro del Amanecer, o el cerro donde emerge Venus diurno muy importante para las sociedades nahuas y también Tonatiuh, Amatepec, del náhuat, Amat, sagrado árbol de Cuzcatlan, o “Arbol qué da el papel” Amatepec sería su traducción cerro donde se dan amates.


Posteriormente los españoles lo rebautizaron con nombre cristiano, por San Jacinto de Cracovia, santo perteneciente a la orden de los Predicadores o Dominicos, cerro de San Jacinto, y que lo han compartido varios municipios.
Durante la conquista, en el S. XVI fue un lugar de refugio para la resistencia pipil donde se atrincheraron bravíos guerreros y señores o tlatoanis qué se negaban al vasallaje ante los invasores de ultramar. Posteriormente siglos después de la conquista, en el periodo colonial, S. XVI II era el Curato de San Jacinto, a los pies del cerro tupido por la vegetación.


Durante el periodo de la Independencia también fue parte de escenarios de emancipación y de movimientos libertarios qué se escabullían por las antiguas calles del histórico barrio, y posteriormente a mediados del S. XX fue centro del poder Ejecutivo cuya joya arquitectónica aún se aprecia en el corazón del barrio San Jacinto, la ex casa presidencial ocupada por última vez por el ex presidente Francisco Flores Pérez, antes de los terremotos del 2001. Durante los quinquenios del FMLN, dicho recinto se abrió a la población e hicieron una especie de circuito recreativo y cultural en la que también incidió la administración del ex alcalde Norman Quijano.

Todos estos acontecimientos históricos han sido vigilados por el cerro San Jacinto, imponente en verdor, encanto y hermosura.


Técnicamente y como los vulcanólogos y geólogos lo ven, bajo la óptica científica, el cerro de San Jacinto es un Domo de lava, y que su última erupción fue hace 700, 000 años. Es un volcán extinto, y es más antiguo qué la temida caldera del lago de Ilopango. El borde del domo de San Jacinto es la zona del famoso mirador de los planes de Renderos. Ante ese origen volcánico, el cerro no ha dejado de imponer su carácter, en el año 86 fue el epicentro de unos de los terremotos más devastadores qué destruyeron la ciudad, y la gente que vive en zonas aledañas al domo entre colonias antiguas de San Jacinto, han escuchado retumbos en la montaña. En el espantoso terremoto de 1986 uno de los edificios públicos qué sucumbió fue el del Ministerio de Planificación, muchas personas murieron aplastadas por dicho inmueble.

Cronistas de la época colonial, españoles y algunos frailes, afirman en sus escritos qué en algunos lugares de este imponente cerro emanaban aguas termales qué eran medicinales, curaban muchas afecciones de salud y eran apreciadas por esas cualidades curativas.


Durante los años 70s se construyó en el cerro uno de los más atractivos parques de diversiones en Latinoamérica, el Teleférico, Reino del Pájaro y la Nube, que era un paseo único, en las góndolas que se elevaban hasta la cima del cerro con una de las mejores vistas de la ciudad, arriba al llegar habían restaurantes, discotecas, y el parque de diversiones, un tren, una montaña rusa, carritos chocones, el famoso pulpo, etc. Donde se respiraba aire puro, y tenía una de las mejores panorámicas de la ciudad de San Salvador. Lamentablemente sus propietarios tuvieron una crisis económica, al parecer fue embargado, intentaron volver a reinaugurarlo a mediados de los Noventas, pero posteriormente fue cerrado, abandonado y lo terminaron desmantelando. Únicamente por medio de fotos se puede apreciar su majestuosidad, nadie creería que tuvimos en nuestro país un parque de primer nivel y uno de los mejores de Latinoamérica construido de manera sostenible sobre el hermoso cerro.


El cerro de San Jacinto o Domo, actualmente, bajo la óptica ambiental es de gran importancia, aún no sabemos cuánto carbono captura en su totalidad, pero sin duda es un gran filtro y gran regulador del clima en nuestra ciudad capital. Aunque del lado de San Marcos, se quiso explotar, para extraer piedra, laja, o grava como se le conoce, y también como le dicen los mexicanos el tezontle, piedra volcánica para la construcción, era alarmante como había sido explotado el cerro, cercenado completamente y atentaba con derrumbes ante un sismo, aún no se sabe si el MARN prohibió su cruel explotación de dicho material. Lo que si debemos exigir es su protección y su conservación de su biodiversidad y su clima, que sea un sitio intocable y que se pueda construir un eco parque, es preciso que las autoridades protejan el cerro de San Jacinto a la perpetuidad por el bien de nuestra ciudad y del medio ambiente.


En X @Chmendia

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