El término Misericordia se considera un atributo principal de Dios, que conlleva una mezcla de compasión y gracia, lo que nos permite disfrutar de la magnanimidad Divina.
En el Antiguo Testamento se nos habla de un Dios amoroso, lleno de misericordia. En este Primer Testamento se usan generalmente dos vocablos para referirse a la Misericordia de Dios: Hesed (Génesis 24, 27) que significa la fidelidad a los compromisos contraídos con Dios y también los contraídos por uno mismo. Y la siguiente expresión es Râjamim (Salmo 103, 13-14) que se traduce en el sentido más amplio como vísceras y puntualmente como seno materno, es por esta razón que suele traducirse como “Entrañas de Misericordia”. (F.G. Voltagio: “Mercy in Christianity: Biblical and Theological Notes” Jerusalem 2016. 29-41). En síntesis, se usa para mencionar el vínculo que une de forma estrecha e intensa a las madres con sus hijos.
En el Nuevo Testamento, la connotación de Misericordia abarca un perfil Cristológico, es decir, enfocamos a Jesucristo como el Hijo de Dios y, por tanto, el proveedor de la Misericordia Divina. El término utilizado es Éleos que significa misericordia, compasión o piedad (se cuantifican al menos 27 veces en el Nuevo Testamento). La mayor parte de usos es en los Evangelios y uno de los casos más notable es el ciego de Jericó que clama dos veces, “¡Hijo de David, Jesús, ten Misericordia de mí!” (Marcos 10,47-48; Mateo 20,30-31 y Lucas 18,38-39), entre muchos otros relatos.
La Misericordia, también tiene un espacio amplio en las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia” (Mateo 5,7). Además en la parábola del Buen Samaritano el razonamiento que nos acerca a reconocer quien es el prójimo del sufriente, este es precisamente: “el que practico misericordia con él” (Lucas 10,37).
Para la Iglesia Católica la devoción de la Divina Misericordia tiene su festividad el domingo siguiente a la festividad de la Resurrección de Jesús, esto a partir del 22 de febrero de 1931, cuando una monja mística polaca, Sor Faustina Kowalska, presenció por primera vez la revelación de La Divina Misericordia.
En su diario, la mística polaca menciona como recibe las indicaciones para que, “el primer domingo después de la Pascua, se celebre la festividad de la Misericordia Divina”. Con esas indicaciones y la premisa de “Jesús en ti confío”, la participación de Sor Faustina se convierte en la de una guía hacia una comprensión plena del concepto de Misericordia Divina.
Tan importante es el conocimiento de la Misericordia Divina, que el Papa Francisco en su libro “El nombre de Dios es misericordia”, resalta: “La misericordia es el primer atributo de Dios. Es el nombre de Dios. No hay situaciones de las que no podamos salir, no estamos condenados a hundirnos en arenas movedizas“.
Más aun, ahora en tiempo de crisis mundial más que nunca antes, tienen valor las palabras pronunciadas en 1997, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia, Polonia por San Juan Pablo II: “Yo rezo incesantemente para que Dios tenga misericordia de nosotros y del mundo entero."
Doctor en Medicina y en Teología.