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Robespierre: el pez por su cuello muere

Este líder revolucionario, con el apoyo del Comité de Salvación Nacional entre 1793 y 1794, gobernó Francia como un autócrata y dando  un giro inesperado hundió al país en una multitudinaria cadena de persecuciones políticas, pánico y ejecuciones contra personas acusadas de complot y corrupción, insurrección e intriga que vistió a esa tierra de rojo; con el argumento de la necesidad de limpiar a Francia de cualquier oposición a su proyecto de país.

Por Mirella Schoenenberg de Wollants
Nutrióloga y abogada

“En la capital había un tribunal revolucionario y en la nación 45,000 comités revolucionarios; una ley de Sospechosos, que hizo desaparecer toda clase de seguridades en que descansan la libertad y la vida y que ponía a personas inocentes a merced de cualquier malvado; las cárceles estaban repletas de gente que no había cometido delito alguno y que no podían hacer valer su inocencia; todo eso llegó a ser un orden social y antes de muchas semanas pudo parecer un uso ya muy antiguo. Y por encima de todo descollaba una figura horrible, que llegó a ser tan familiar como si fuera cosa corriente desde los primeros tiempos del mundo; la figura de la aguda hembra llamada La Guillotina”.

“Era el tema popular de toda clase de bromas; era el remedio para el dolor de cabeza, lo que impedía que el cabello encaneciera, y lo que daba al cutis una delicadeza especial. Era el signo de la regeneración de la raza humana y substituía a la Cruz”. 

“Tantas eran las cabezas que cortaba, que tanto ella como la tierra que la sustentaba estaban llenas de sangre….llegó a segar veintidós cuellos en …minutos…el funcionario que la hacía funcionar…armado como estaba….cada mañana arrancaba las puertas del Templo de Dios”.

Desde antes de 1789 se había opuesto con pasión y energía a la pena de muerte, lo que junto con sus escritos donde criticaba la esclavitud, promovía el voto para personas de color y los judíos así como el sufragio universal y la igualdad de derecho, le hicieron recibir el denominativo de “El Incorruptible”.

Se hizo tan famoso y popular que rápidamente alcanzó la cima del poder: de diputado pasó a ser Presidente de la Convención Nacional.

Sin embargo, este líder revolucionario, con el apoyo del Comité de Salvación Nacional entre 1793 y 1794, gobernó Francia como un autócrata y dando  un giro inesperado hundió al país en una multitudinaria cadena de persecuciones políticas, pánico y ejecuciones contra personas acusadas de complot y corrupción, insurrección e intriga que vistió a esa tierra de rojo; con el argumento de la necesidad de limpiar a Francia de cualquier oposición a su proyecto de país.

Sí, ese Robespierre que tan bien se personifica en la reciente película “Napoleón” de Ridley Scott, dio fin a entre 20 y 40 mil personas, justificando la pena de muerte, en lo que la historia ha llamado el “Reino del Terror”.

Los párrafos citados al inicio de este artículo describen en parte lo que vivieron los franceses en ese tiempo terrible y que Charles Dickens describió tan bien en su novela “Historia de Dos Ciudades” (1859).

Abogado descendiente de familia de juristas, Maximilian Robespierre venía de un hogar que sufrió el abandono del padre. Gozando de gran popularidad, y como miembro del grupo llamado “los jacobinos” que a su vez eran parte del Comité de Salvación Nacional, emitieron decretos que les permitía proponer y ejecutar medidas excepcionales imprescindibles para proteger a la República de grandes peligros internos y externos.

Llama la atención de que a pesar del peligro que rodeaba la cabeza de cualquier humano que habitara la tierra francesa, eran muchos los que apoyaban el actuar de Maximilian. Para el siglo XVI Étienne de la Boétie bien escribió que los humanos tienen una tendencia casi natural a la servidumbre y a subordinarse a personas malvadas y con poder.

Este criminal fue quien agregó el término “Fraternidad” al lema “Libertad, Igualdad”, una actitud que en realidad no sentía por el prójimo, engañando a su pueblo.

Finalmente, hartos del genocidio y la crueldad imperante, tropas conscientes de la necesidad de darle fin a esta tragedia, se alzaron contra Robespierre llevándolo a la guillotina por orden de la Convención Nacional. El pez por su boca murió…o más bien, por su cuello. ¡La historia humana supera cualquier ficción! Hasta la próxima.

Médica, Nutrióloga y Abogada

Mirellawollants2014@gmail.com

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Historia Contemporánea Historia Moderna Opinión

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