Hace una semana hice hincapié en la cultura del desaprovechamiento en nuestra sociedad y el costoso trabajo de aprovechar al máximo los recursos con los que contamos. Ahora quiero hablar específicamente del desperdicio de los alimentos, algo sumamente cruel que ocurre en la actualidad y quiero partir recordando el ambicioso programa Hambre Cero de las Naciones Unidas. Se desprende del objetivo número dos de 17 objetivos globales sobre el Desarrollo Sostenible. ¿Cuáles son sus metas? Lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (WFP), 690 millones de personas se van a dormir con el estómago vacío y la inseguridad alimentaria aguda afecta a 135 millones de personas en 55 países.
Las cifras de desperdicios de alimentos son alarmantes en todo el mundo, según datos de las Naciones Unidas (PNUMA) y la organización británica sobre residuos ( WRAP) y el informe: Índice de desperdicios de alimentos 2021, muestra que en 2019 hubo en el mundo 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados, es decir, el 17 % de la producción total de alimentos fue a parar a la basura.
Según estudios de las Naciones Unidas en porcentaje, el mayor desperdicio de alimentos proviene: 61% de los hogares (casa, tu cocina) el 26% del rubro servicio de Alimentos (Restaurantes y hoteles) y el 13% de supermercados, mercados, tiendas de conveniencia y almacenes.
Un dato curioso de los estudios de la ONU es que Nigeria, en África, es el país donde más se desperdician o botan los alimentos, 189 kilos per cápita al año. Siendo África uno de los continentes con mayor concentración de hambrunas a nivel global. Una de las reflexiones más grandes de este estudio es que el desperdicio no es producido solo por países ricos sino también por países pobres, entre ellos nosotros en Latinoamérica.
Estamos acostumbrados a comprar más de lo que podemos consumir, muchas frutas y verduras se pudren en nuestros estantes, comida se vence en nuestras refrigeradoras y las botamos hasta que huelen mal o se ponen negras, productos como pan y leche que tienden a vencerse rápidamente son de los productos que más desperdiciamos en el hogar. Es verdaderamente alarmante el desperdicio en nuestros hogares en Latinoamérica, y es importante tomar cartas en el asunto para evitar el desperdicio de alimentos.
Según el PNUMA, una persona desperdicia promedio 121 kilogramos de comida al año. En nuestro país, según informes de la OPAMSS y la Unidad de Desechos Sólidos de la Alcaldía de San Salvador, lo más desechado por la población es lo orgánico. Quiere decir que existe un gran porcentaje de desperdicio de comida en nuestro país y sólo basta salir a caminar por las mañanas para darse cuenta de que lo orgánico es el mayor desperdicio cuando vemos bolsas rotas por los animales que buscan el olor que despide la putrefacción y lo orgánico porque no separamos,
encontramos desechos de repollo, tomate, lechuga, maíz, arroz, desperdiciado, y en nuestro país mucha gente se acuesta sin comer, como en la zona occidental, en específico la carretera de Acajulta en Sonsonate, donde personas salen a hondear las banderas blancas pidiendo comida.
Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), publicado en 2019, América Latina es responsable del 20% del volumen global de alimentos que se pierden después de la cosecha hasta que llegan a los minoristas.
Sin duda el desperdicio de alimentos impacta económicamente y en el ámbito social; medio ambiental. Dice el director de WRAP Richard Swannell : “Desperdiciar alimentos, alimenta al Cambio Climático”. El cúmulo de alimentos desperdiciados y llevados a un relleno sanitario, generan abundantes gases de Efecto Invernadero, además es ilógico producir para desperdiciar, eso es nocivo para el medio ambiente. La ONU estima que un 8% y 10% de las emisiones globales de efecto invernadero están asociadas a la comida que no se consume.
Es por eso que debemos de tomar las siguientes recomendaciones para evitar desperdiciar alimentos: compremos lo necesario, sepamos medir nuestro consumo, compartamos con los demás, fijémonos bien en la fecha de vencimiento de los productos, apadrinemos comedores, comunidades necesitadas, la empresa privada se debería unir a la causa, restaurantes y hoteles, den los alimentos que les sobren, no cometan el pecado de tirarlo a la basura, recuerden que compartir es una buena acción que va encaminada con la Sostenibilidad. Además, implementar una certificación que indique que son una empresa no desperdicia alimentos.
Publicista y ambientalista/Chmendia