El objetivo de Israel en destruir las estructuras y el mando del Hamás, contra el cual está en guerra desde los ataques terroristas del 7 de octubre pasado, sigue en este principio de año. El N°2 del Hamás, Saleh Al-Aruri, ha sido eliminado mediante un ataque de drones en la periferia de Beirut, en Líbano, el 3 de enero pasado.
Enlace de primer orden entre el Hezbollah e Irán, se trataba de uno de los ejecutivos del Hamás más estratégicos para Israel. De 57 años de edad, nacido cerca de la ciudad de Ramallah en Cisjordania, tuvo una gran influencia en la implantación del Hamás tanto en esta región como en la Franja de Gaza. En exilio por más de 13 años en Líbano, contribuyó a la formación de las primeras brigadas "Ezzeddine al Qassam", brazo armado del Hamás, al cual pertenecía desde 1987.
Al-Aruri pasó 20 años encarcelado, enlazándose con militantes y contribuyendo al surgimiento militar del Hamás. A partir de 2010 fue parte de la rama política de dicha organización. Fue uno de los negociadores que obtuvieron la liberación de 1027 prisioneros palestinos contra la liberación de Gilat Shalit, soldado de Tsahal, el ejército israelí, capturado en 2006.
Jefe de las brigadas Ezzedine Al Qaqqam en Cisjordania, fue elegido como número 2 del Hamás en octubre de 2017. Enlazado con los iraníes, libaneses, sirios, Al-Aruri representaba una línea del Hamás en expansión en el exterior, buscando un reforzamiento político, llevando la voluntad de favorecer una reconciliación con el Fatah, la organización creada por Yasser Arafat en 1956 y al cual pertenece el actual "presidente" Mahmud Abbas, vencido y expulsado por el Hamás en la Franja de Gaza en 2006.
Este ataque aparece como el golpe más fuerte contra la estructura del Hamás por Israel, desde el principio de la guerra. Es la primera acción realizada con "éxito" en contra de los miembros más importantes de dicha organización además de aparecer como una bofetada para el Hezbollah y, a través de él, a Irán, que busca aparecer como la primera fuerza en el Líbano.
Ismael Haniyeh, el líder del Hamás, afirmó que su movimiento "nunca será vencido". "Es la historia de la resistencia (es decir, el eje de aliados que buscan destruir a Israel) y del movimiento, quien, después del asesinato de sus líderes, vuelve aún más fuerte y determinado”. Es decir, cuán importante para Israel parecía Saleh el Aruri, uno de los más importantes blancos en la guerra que está librando contra la organización palestina. Saleh Al Aruri sabía que su vida era tiempo prestado como su homólogo en Gaza, Yahya Sinuar, buscado diariamente para ser "neutralizado", es decir, eliminado. Estas situaciones no pueden hacer olvidar la realidad de los rehenes que quedan todavía en manos del Hamás.
El ataque contra Saleh Al Aruri parece haber abierto un episodio de violencia a través de actos específicos, resultado de una lucha secreta intensa: mientras el líder del Hamás en Cisjordania murió en un operativo en Líbano, ha sido Irán quien fue el blanco de un atentado mortal a raíz de la celebración del cuarto año de la muerte de Qassem Soleimani, el jefe de los Guardianes de la Revolución islámica. Murió en Bagdad el 3 de enero de 2020, en un ataque llevado a cabo por un drone contra el vehículo en el cual Soleimani se desplazaba. Dirigía la fuerza Al Qods, el élite de los Guardianes de la Revolución.
Donald Trump, entonces presidente de los Estados Unidos, ordenó el ataque contra un pilar del régimen iraní que está, hoy en día, en el centro de la guerra entre Israel-Hamás. El atentado del jueves pasado, que provocó la muerte de 84 personas en Kerman, en el sur este de Irán, ha sido reivindicado por ISIS. Este acto recordó que Irán, que apoya el Hezbolah en Líbano tanto como al Hamás, es también blanco de otros grupos islamistas como ISIS.
Esta degradación de la situación demuestra que ningún país está protegido, empezando por los que buscan sistemáticamente desestabilizar la región: fue Teherán quien armó el grupo de los hutíes que atacaron barcos en el Mar Rojo durante el fin de 2023, haciendo correr el riesgo de una parálisis momentánea de una parte del comercio marítimo internacional. El ataque de ISIS en Teherán tiene consecuencias: obliga al régimen de los ayatollah a luchar contra una amenaza inmediata, mientras estos últimos años se había concentrado sobre la represión a su oposición, la adquisición a marcha forzada de un potencial nuclear militar, buscando desestabilizar una región en ebullición.
Antes de que fuese reivindicado por ISIS, Teherán había denunciado a los Estados Unidos e Israel. El Departamento de Estado estadounidense había considerado como "absurda" la acusación iraní.
Se trata de un ataque entre los más mortales desde 1978y la revolución iraní al año siguiente. El guía suprema iraní, el ayatollah Ali Khamenei, había prometido, antes de la reivindicación de ISIS, una "respuesta severa" mientras el presidente Ebrahim Raissi canceló un viaje que tenía previsto hacia Turquía. El Hamás denunció después de los hechos un acta terrorista que "busca desestabilizar" la seguridad de la república islámica iraní en favor de la agenda de la entidad sionista". Siria expresó, obviamente, su solidaridad a Teherán. Tres meses después de los ataques del Hamás, la región del Medio Oriente está viviendo fuertes tensiones.
El atentado con el N°2 del Hamás demuestra que para Israel el propósito es la destrucción del sistema de decisión de dicho grupo. Mientras tanto, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, está efectuando una nueva gira regional, que lo lleva en los próximos días tanto a Israel como a Cisjordania, Egipto, Turquía, Grecia, Jordania, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia saudita.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales