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"Lógica incoherente"

Un país próspero no es responsabilidad sólo del gobierno de turno, es responsabilidad de una sociedad analítica, porque el gobierno refleja la sociedad. Hasta ahora, el país ha escogido su gobierno (aunque no nos guste). Lo que El Salvador nunca ha escogido es lo que quiere ser, porque somos seis millones de islitas, cerradas en nuestro criterio, incapaces de dialogar. Y cuando vienen los pencazos, seguimos en las mismas, en lugar de aprender de ellos.

Por Carmen Maron
Educadora

Cuando se repartió la lógica y la coherencia, gran parte de los salvadoreños no estábamos en la fila. Y no, no sólo por las noticias de la semana pasada. Esta una crítica a un país carente de identidad, de valores y pensamiento crítico. Si ahora somos el "shithole" del mundo, la triste realidad es que llevamos años buscando el título.


Vámonos a los 1970s, hace 50 años. El mundo estaba cambiando pero El Salvador era un país relativamente estable económicamente.  El Salvador era el granero de Centroamérica, había cultivos de algodón, de caña, de café. Había ganado. Sin embargo, los trabajadores del campo estaban pidiendo mejores condiciones de vida y mejores salarios.

El presidente Molina propuso una Reforma Agraria en 1976, en la cual se les iba a pagar a los dueños el precio real de sus tierras. A pesar de sus políticas represivas, o quizás a raíz de las mismas, Molina se dio cuenta de que una guerra civil estaba por estallar. La respuesta de los terratenientes fue "no". Luchemos contra el "comunismo" de repartir 59,000 hectáreas entre 12,000 familias campesinas. Resultado: se perdieron más de 59,000 hectáreas, nunca se pagó un precio real de las tierras en la mal hecha Reforma Agraria de los 80s y estalló una guerra que costó 75,000 vidas (que se conocen) y el agro se perdió. Una guerra ilógica, incoherente y completamente innecesaria de haber pensado a futuro.


La guerra de armas terminó en 1992, porque la guerra ideólogica sigue. ¿El resultado? Cuarenta y tres años después hay tierras fértiles donde no se cultiva nada. Se decidió industrializar a El Salvador. ¿De dónde? Ah, entran las maquilas, porque aquí hay mano de obra barata. Luego entran los “call centers”. ¿Y el agro, ese mismo agro que hizo estallar una guerra? Bien, gracias. Como hay remesas, importemos vegetales de Guatemala, lácteos de Honduras y de Nicaragua. Y matemos aún más el agro y la ganadería.


Las remesas. Comienzan como ayuda familiar durante la guerra, pero han llegado a ser el 26% del PIB. Si algo es el 26% del PIB en un país, se tendría que invertir ¿no creen? Pero no, se gasta en refris, pantallas, ropa, carros traídos, etc. Existe todo un estrato social que vive de remesas. Sí, eso inyecta dinero en la economía, pero ya nadie quiere cortar café ni caña ni trabajar. Entonces,  además de que producimos poco, se ha empezado a contratar mano de obra de otros países centroamericanos para recoger lo poco que producíamos, y se extendió al rubro servicios. O sea, vuélenle pluma que un salvadoreño hace en Estados Unidos lo mismo que otro centroamericano hace en su país. Distópico. Y sí que un paro  de transporte en Guatemala haga que  El Salvador se quede sin verduras, no lo pone a pensar, no está viendo lo grave de nuestra situación actual.


Sí, señores, el otrora granero de Centroamérica,  cuarenta y tres años después de la guerra, con un expresidente prófugo, uno exiliado, uno en la cárcel y dos que murieron en la desgracia, es un país débil, dependiente y con altos índices de pobreza. Un país más dividido que antes de la guerra, que no sabe para dónde va, donde se repiten frases trilladas y donde el pasatiempo es insultar. Un país donde el intelectual es menos que un influencer o tiktoker y donde se vende un mango por $7.00 en la Puerta del Diablo, pero la salud pública es un desastre. Un país clasista, donde todo mundo se cree superior a todo mundo. Un país que miente, roba y acusa sin base ni razón. Un país donde sólo una persona (YO) es casi tan omnisapiente como Dios mismo.


El problema de lo ilógico e incoherente es que se convierte en un tema generacional. Cuando no hay nada que dar cómo país, no podemos exigir nada. Y los únicos responsables que El Salvador no pueda exigir son los salvadoreños. Hemos tenido casi 50 años para pensar, generar, invertir. ¿No les parece raro que los salvadoreños destacan fuera de las fronteras patrias, pero aquí seguimos viviendo en Macondo?  En fin, hemos pasado medio siglo peleándos e insultando y manejando niveles de corrupción altísimos, en lugar de buscar resolver, generar, educar y crecer. Y en pleno 2025, pudiendo tener agricultura, ganadería, pesca, energías renovables, manufactura, etc. (porque de todo eso han habido proyectos), nos estamos peleando por la Minería, endeudándonos hasta el copete, haciendo cualquier cosa para que no deporten a salvadoreños masivamente y todavía pensando que San Salvador es la realidad del país.


Un país próspero no es responsabilidad sólo del gobierno de turno, es responsabilidad de una sociedad analítica, porque el gobierno refleja la sociedad. Hasta ahora, el país ha escogido su gobierno (aunque no nos guste). Lo que El Salvador nunca ha escogido es lo que quiere ser, porque somos seis millones de islitas, cerradas en nuestro criterio, incapaces de dialogar. Y cuando vienen los pencazos, seguimos en las mismas, en lugar de aprender de ellos.


No sé, pero ante la situación mundial, que se ve color de hormiga, quizás deberíamos buscar un poquito de lógica y coherencia. Urge pensar a futuro, no rumiar el pasado.

Educadora.

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Guerra Civil De El Salvador Opinión

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