Como dice la canción, “cambia, todo cambia”. ¡Y vaya que en estos últimos años nuestro mundo se ha transformado bruscamente! La naturaleza, la sociedad, cada una ha sido alterada en cuestión de tiempo. El cambio es un hecho que debemos tolerar y que dependerá de cómo nosotros nos adaptemos y fortalezcamos o de cómo nos reprimamos en el afán de tratar de mantener el control. La misma turbulencia de estos sucesos se ha visto marcada en nuestro país y en cada intento del estado por contrarrestar o solucionar estos problemas. No obstante, es importante observar en qué han culminado estas medidas, pues, en este transcurso, se ha tomado acción con autoritarismo y se ha atraído el descontento de organismos internacionales.
En primer lugar, hay que destacar que algunas medidas fueron aceptables bajo el contexto de la pandemia. Durante esta, la adopción de la cuarentena obligatoria, junto a las campañas de vacunación, permitió contener la propagación del virus y las muertes masivas. Por otra parte, por el lado de la educación, llegada la modalidad en línea y la presión del paro educativo por falta de recursos, acciones como la entrega de computadoras permitieron a varios niños la continuidad de sus estudios. Asimismo, las canastas solidarias y la ayuda inicial de 300 dólares permitió a muchas familias afrontar los problemas económicos de esos días, aunque la implementación de este apoyo no fue bien planificada para que llegara a las personas que más lo necesitaban.
No obstante, ha habido un elemento común en cómo se han enfrentado estos problemas: el autoritarismo. Estas prácticas, lastimosamente usadas desde la irrupción en la Asamblea Legislativa se han convertido en algo típico del gobierno, como una forma reaccionar ante problemas como los detractores o la oposición. Durante la pandemia, las historias de los centros de contención sonaron a nivel mundial; se violentaron derechos básicos a las personas, dejándolas a disposición de las autoridades y trayendo alarmas sobre la situación del país y de la democracia ¿La justificación del tal castigo? Mantener las medidas de restricción; excusa no suficiente para cometer estos actos. Por las calles hubo oficiales y militares que más que reflejar seguridad y protección eran un símbolo de intimidación. Del mismo modo, siguiendo los planes de control territorial, se han destinado muchos recursos a su fortalecimiento, lo cual, si bien parece bueno dado la situación de delincuencia que se vive, es de temer por acciones como la entrada del ejército en la Asamblea.
Otro aspecto que también se ha manifestado en cada decisión del estado es la unanimidad. Tras ganar la mayoría en la Asamblea y la destitución de magistrados y jueces, los tres Órganos comparten los mismos intereses. En consecuencia, las ideas, las recomendaciones o las advertencias provenientes de la oposición quedan ignoradas casi por completo y, en cambio, se aprueban leyes en tiempo mínimo sin prever futuros riesgos. El caso más sonado fue la adopción del bitcoin como una moneda de curso legal. Sumado a esto, las propuestas para incentivar el uso de la criptomoneda se impusieron rápidamente. Al colocar mucha esperanza de la revalorización de la moneda con tal de ganar financiamiento sin la ayuda de organismos internacionales, se corre el riesgo de llegar a perder gran parte de lo invertido. Estos son los efectos de la unanimidad, tener la potestad de poner en peligro al país.
De esta manera, hemos llegado a la actualidad viviendo bajo un régimen de excepción. Dado los días violentos que estremecieron a todos, se tomó una decisión basada en el autoritarismo y permitida por la unanimidad en los tres poderes. A vista de muchos, estas medidas son las correctas para lidiar con el crimen organizado, promoviendo una reforma penal para aumentar las condenas y el régimen. No obstante, ahora salir a las calles no es de temer solo por la delincuencia, sino por las medidas que tomen oficiales, militares y el gobierno.
Estudiante de Ingeniería de Negocios
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)