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Fútbol y política…

“La impunidad de los dirigentes deportivos es infinitamente mayor que la de los dirigentes políticos” (Sergio Levinsky). Difiero con la cita, es infinitamente igual…

Por Óscar Picardo Joao

Pese a las significativas diferencias de los fines y objetivos, nuestro fútbol y la clase política tienen muchas cosas en común: I.- Visión de corto plazo; II.- Malos resultados; III.- Creer que una persona solucionará todo; IV.- Ilusionar a la gente; V.- pretender mejorar sin un proceso y sin una base educativa sólida; VI.- Creer que con el cambio de uniforme se modificará la percepción de la gente; VII.- mientras otros mejoran, nosotros vamos empeorando; entre otros aspectos.

Sabemos, además, que fútbol y política pese a ser dos actividades a priori muy diferentes entre sí, a lo largo de la historia se han dado diversos casos en que se ha utilizado al deporte con fines y beneficios políticos. 

Siendo el fútbol es el deporte más popular del mundo, su uso político no ha estado exento de polémicas; Mussolini, Hitler, Franco y Videla, todos utilizaron esta práctica deportiva como propaganda política para obtener beneficios netamente personales al utilizarlo como cortina de humo para ocultar la realidad existente en cada país.

Fernando Carrión en “Fútbol y política” señala: “El fútbol es un espacio donde confluyen una infinidad de intereses, disciplinas y actores; por eso los intereses políticos, las ciencias políticas y los partidos políticos no le son en absoluto ajenos. Es más, el fútbol -por ser una de las actividades masivas por excelencia- se ha convertido, por un lado, en un trampolín político para dirigentes, periodistas, futbolistas y entrenadores, y por otro, en una actividad que es usada para crear adhesiones, realizar proselitismo y posicionar propuestas”. Ejemplos sobran: Berlusconi y el Milán, Macri y el Boca Juniors, a Piñera y el Colo-Colo, Bucaram y el Barcelona de Ecuador; entre otros. Alguien anotó por allí: “El fútbol y el servicio público es un matrimonio mal avenido”

Eduardo Galeano en “Fútbol a sol y sombra” rinde un homenaje al fútbol pero también denuncia las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo, en nuevo “Opio de los pueblos”. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores. La tecnocracia del deporte profesional —escribe Galeano— ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbela osadía; y aquí, en esta narrativa afable, aparece la organización más indomable del planeta con fama gansteril: La FIFA, “los dueños de la pelota…”. Pero volvamos a lo nuestro…

Ningún técnico, ni siquiera de clase mundial, va a mejorar nuestro fútbol…; llevamos años pagando “seis cifras altas” a embaucadores profesionales que nos venden espejitos. Solo hay cinco caminos efectivos: 1.- Mejorar la Educación Física en las escuelas; 2.- Crear canteras y procesos formativos de fútbol infantil o Baby Fútbol; 3.- Encadenar el fútbol comunitario o infantil con las ligas inferiores profesionales; 4.- Habilitar muchas canchas en las comunidades; y 5.- No mentirle a la gente… Esta misma receta bien podría aplicarse a la política como ajustes menores: No habrá despegue económico sin educación, desarrollo científico ni patentes…

Nuestra práctica recurrente y fallida ha sido identificar algunos jugadores medianamente habilidosos y catapultarlos rápido a la liga mayor y a la selección; en ningún momento se les ha pasado por la cabeza a los dirigentes identificar físicos privilegiados, trabajarlos en el mediano plazo y educarlos para ser deportistas de alto rendimiento profesionales. Muchos de nuestros “mejores” jugadores han sido plenipotenciariamente borrachos e indisciplinados.

En política sucede algo similar, eso de “instrucción y moral notoria” es retórica pura y dura; el liderazgo político se mide en la capacidad de ser un charlatán profesional o en contar con un buen espectro de seguidores en redes sociales. Lo demás fluye y la gente aplaude…

Lo peor de todo es que vamos para atrás, cuesta abajo y sin freno, y la gente cree que vamos a mejorar, tanto en el fútbol como en la política; no solo tenemos el récord de la menor inversión extranjera o el crecimiento económico más bajo de la región, sino que además nos ganan las islas del Caribe que no tienen liga ni tradición futbolera.    

Para colmo de males, alrededor de este pandemónium político y deportivo, encontramos una casta de periodistas y analistas que aplauden, critican y se suman al circo de la mediocridad, dando consejos sin experiencia en la cancha ni el campo de las políticas públicas, con mucha seguridad y certeza.

El entrenador inglés Bill Shankly decía: "Hay gente que piensa que el fútbol es una cuestión de vida o muerte, no me gusta esa postura. Es mucho más que eso". Efectivamente subestimamos al deporte rey y a la religión paradójica que más une y divide. ¿Aplica lo mismo a la política?, definitivamente sí, por el momento y estas circunstancias analógicas debemos acostumbrarnos a presenciar la peor época del fútbol y de la política, creyendo ingenuamente que vamos mejorando; y no olvide el slogan: “jugamos como nunca y perdimos como siempre”. 

Por último un par de sugerencias “inconstitucionales”: a FESFUT: Soliciten a FIFA y a CONCACAF que los partidos sean solamente de 45 minutos…, o que se pueda jugar contra equipos de voleibol o basquetbol, la pelota se parece… A los políticos: Sigan haciendo y deshaciendo leyes y Decretos, mientras el sistema educativo se cae a pedazos, con la Inteligencia Artificial todo se soluciona.  

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Educación Fútbol Opinión

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