Las organizaciones deportivas, locales, regionales, nacionales, internacionales, hemisféricas y globales, no sólo son complejas, sino también deberían tratar la búsqueda de un equilibrio entre diversos principios: a) lo organizativo; b) lo estrictamente deportivo; c) el espectáculo o entretenimiento; d) lo ético; e) la sostenibilidad medioambiental; f) lo financiero; g) la formación (canteras); h) verdad deportiva (reglamento y arbitraje); i) logística; j) códigos médicos; k) seguridad; entre muchos otros aspectos.
Quienes trabajamos en el deporte en algún momento de nuestra vida y nos involucramos en organismos supranacionales deportivos -en mi caso Federación Internacional de Motociclismo -FIM Latinoamérica- aprendimos y sabemos que la administración deportiva no es una tarea sencilla.
En 2012 organizamos el primer Rally Cross Country entre El Salvador y Guatemala “Rally Baja Maya”; y además del comité internacional de oficiales deportivos y visita de pilotos internacionales, necesitamos contratar ambulancias, helicópteros y una agenda administrativa y logística muy compleja en ambos países. En 2007, también organizamos una fecha de Enduro FIM Latinoamérica y a la vez fecha COENCA -Comisión de Enduro Centroamericana- con el reconocido promotor deportivo chapín Luis Ruano, en dicho evento se dieron cita más de 400 pilotos de la región, incluyendo atletas de México, Chile y Argentina. Este deporte del mundo motor tiene un ingrediente de complejidad adicional, el traslado y la introducción de los vehículos de competencia y sus equipos mecánicos…
Conversando con Vito Ippolito, ex Presidente de la FIM, responsable de todas las especialidades deportivas a nivel global, desde Moto GP, pasando por todas las modalidades: Enduro, Trial, Motocross, SuperMoto, Cross Country, Track Racing, e-Bike, Speedway, hasta las acciones administrativas, técnicas, educativas y comunicativas detrás del deporte, señala: “El órgano que traza la política y lidera la organización es clave, sea electo por cualquiera de los métodos válidos; (…) lidiar con los intereses que aparecen en las organizaciones no es una tarea sencilla; (…) se necesita visión de futuro, un plan estratégico, buen nivel de participación de los actores involucrados y afinar bien los objetivos; (…) el uso de recursos económicos debe ser transparente; (…) y el mandato debe tener un límite, no más de dos periodos”.
Me retraigo a mi infancia, para recordar e integrar otro momento deportivo en el campo de fútbol; allá por 1968, me integré a un club de Baby Fútbol, el Iriarte de Nuevo Paris en Montevideo; allí, a los 6 años jugué en esta liga infantil con Carlos “El Pato” Aguilera y luego compartí cancha de barrio con Robert Siboldi, ambos terminaron su carrera deportiva en ligas altamente competitivas; en mi caso, que no tenía talento me invitaron a seguir estudiando.
El Pato era habilidoso desde pequeño; Siboldi, tenía más físico que talento para ser un gran portero (algunos tienen inteligencia kinésica que se debe educar y otros capacidades físicas que se pueden entrenar); ambos integraron la selección de Uruguay. Lo importante en toda esta experiencia eran las canteras infantiles; en efecto, Uruguay con una población de apenas tres millones de habitantes exporta jugadores de clase mundial ¿dónde está el secreto? en las ligas infantiles de barrios. ¿Qué se aprende allí?, no sólo lo técnico-deportivo, la alimentación, los consejos para mejorar, la concentración previa a un partido, el amor al equipo, el trabajo colectivo, la importancia del entrenamiento y la disciplina, entre otras cosas.
¿Pretendemos resolver el problema del Fútbol nacional? Comencemos con la organización de ligas municipales, pero, con canteras infantiles; conectemos estas ligas con los equipos de reserva de las divisiones mayores; y en la siguiente generación tendremos futbolistas de alto rendimiento.
¿Qué necesitamos? Primero, un equipo de dirigentes comprometidos con el deporte (más que con el dinero); segundo, plan estratégico de corto, mediano y largo plazo; tercero, comenzar por dónde se debe comenzar: ligas infantiles y juveniles; cuarto, contar con un programa de apoyo al talento (educación flexible); quinto, fortalecer las relaciones para la promoción deportiva de jóvenes talento (pedir ayuda a Uruguay, Brasil o Argentina, lo saben hacer muy bien); sexto, dignificar el deporte, con el equipamiento adecuado, remozar la infraestructura y contar con profesionales de apoyo en áreas física, deportiva, nutricional y educativa (FESA lo sabe hacer muy bien); séptimo, definir una política pública de apoyo y respeto al talento deportivo; octavo, recuperar la liga estudiantil o intercolegial deportiva, como otro espacio fundamental; noveno, trabajemos en la verdad deportiva a través de capacitaciones de árbitros y buenos reglamentos; y décimo, fomentar las competencias y espacios deportivos como ambientes familiares.
El deporte puede ser una “industria” para el país y un medio digno de vida; solo debemos cuidarlo y profesionalizarlo; en las grandes ligas del mundo se viven unos desequilibrios descomunales y danzas de millones de dólares, más allá de ello, debemos imaginar y trabajar para que el talento deportivo salvadoreño ingrese a esos espacios ¿es posible?, sin lugar a dudas sí; no son extraterrestres los migrantes deportivos que brillan en Europa, y aquí hay talento, sólo necesitamos cultivarlo y proyectarlo.
Pero hay algo fundamental que debemos profundizar, necesitamos credibilidad y profesionalismo en la configuración de nuestros dirigentes; la hora de los gánsteres, mafiosos, corruptos, apostadores y amañadores ya pasó y ahí tenemos los resultados… no clasificamos a casi nada y no tenemos jugadores destacados en las ligas mayores.
El “Mito del Mágico”, del cual todavía vivimos y celebramos, debe superarse. Hay talento, y demasiado, tenemos un gran segmento de población joven con ganas de trascender y brillar, solo necesitan una mano inteligente que les guíe…
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu