Recientemente leí Pensar con Claridad de Shane Parrish, que, según me pareció, es un libro que todas las personas deberían estudiar, con un contenido enriquecedor para todos aquellos que queremos saber cómo tomar las mejores decisiones, indistintamente de nuestra profesión o etapa de vida. Por eso me parece relevante poder compartirles algunos de los aprendizajes más significativos sumado a algunas técnicas que me han funcionado personalmente.
Shane Parrish tiene la credibilidad para poder hablar sobre cómo pensar con claridad, porque ha sido nada más y nada menos que un agente del servicio de inteligencia en Canadá. Cada decisión que tuvo que tomar en su trabajo, podía ser literalmente cuestión de vida o muerte. La mayoría de nosotros no vamos a decidir sobre situaciones de seguridad mundial, pero seguramente sí sobre cosas que son importantes para nuestra vida: con quién casarse, qué profesión elegir, dónde invertir, aceptar o no aceptar un trabajo, qué rumbo darle a una empresa, entre otras.
Si bien somos seres racionales, muchas de las decisiones, incluso las más importantes, no las tomamos con toda claridad ni libertad, dado que solemos ser impulsados por muchos factores como nuestros sesgos cognitivos, nuestra biología o las circunstancias. La forma en que tomamos las decisiones determina mucho su éxito, es como ir por la vida con los lentes sucios, lo primero será detenernos a limpiarlos para poder ver correctamente.
No dejes que las circunstancias decidan por ti
¿Cuántas veces no hemos tomado una decisión por pura inercia? Solo porque nuestros amigos estaban haciendo lo mismo o porque es lo que nuestra familia esperaba que hiciéramos. Cuando no somos capaces de separarnos de nuestras circunstancias, terminamos eligiendo, y no realmente “decidiendo”. Es por eso por lo que una de claves es poder tener un espacio para pensar con claridad. Las decisiones fundamentales las tenemos que tomar con calma, muchas veces eso amerita retraernos física o mentalmente, y hacer todo el esfuerzo por no dejarnos presionar por los demás y el contexto. Para esto sirve escribir tus ideas y opciones, así como hablar con una persona neutral y externa de confianza que nos ayude a organizar nuestra mente.
Fórmate en virtudes
Es difícil tomar buenas decisiones no solo cuando existen factores externos que nos nublan, sino sobre todo cuando no tenemos la voluntad o hábitos para poder enfrentar las dificultades que conlleva hacerlo. ¿Cómo vamos a decidir mejorar nuestra salud, sino podemos levantarnos temprano al gimnasio porque no tenemos la fortaleza para hacerlo? ¿Cómo vamos a responder con calma ante una emergencia sino tenemos templanza ni mesura? ¿Cómo vamos a animarnos a aceptar un trabajo retador si nunca hemos fortalecido nuestra confianza y autoestima? Es por eso por lo que, para llegar en condiciones óptimas a las decisiones más importantes, debemos antes tomar buenas decisiones en las cosas pequeñas. Saber desarrollar fortaleza, disciplina, autoestima, confianza, humildad o templanza en las pequeñas acciones del día a día, será nuestra certeza en que tendremos lo necesario para actuar correctamente en las situaciones más apremiantes.
Crea tus salvaguardas
La forma más sencilla de evitar comer comida chatarra es no tenerla en tu casa o accesible. Eso es sencillamente una salvaguarda, una forma de hacer mucho más difícil tomar malas decisiones o mucho más fácil fomentar las virtudes que quieres lograr. Esto es sumamente relevante para tomar decisiones porque puede ayudarnos a no hacer cosas precipitadas o que van en contra de tus objetivos. Se nos vuelve obvio los casos en que alejamos o evitamos aquellas cosas que nos hacen mal, pero va mucho más allá que solo eso.
Otro método clásico podría ser incluso ponernos reglas claras que nos sirvan como soporte psicológico o guías para tomar decisiones importantes. Por ejemplo, no tomar decisiones importantes sin haber descansado lo suficiente, nunca decir que sí a una invitación sin revisar tu agenda, siempre revisar con un tercero un email o mensaje que pudiera ser polémico, meditar u orar antes de tomar una decisión crucial, etc.
Define Correctamente el problema
Pasamos horas y horas buscando soluciones sin ponernos a pensar si siquiera hemos definido bien los problemas que enfrentamos. Gran parte de saber encontrar soluciones, es haberse tomado el tiempo de definir bien la problemática que enfrentamos. No entender el problema es como dar solo analgésicos que nos curan el dolor por un rato, pero que no atacan la enfermedad de raíz. Por eso, un buen consejo es dar el tiempo necesario para identificar las raíces de nuestros desafíos, al menos el mismo tiempo que le damos a buscar soluciones. Preguntarte, ¿si esto no existiera o si esto pasara, el problema desaparecería por completo y de manera permanente? Si la respuesta es afirmativa, efectivamente identificaste la raíz del problema; si no, sigue intentando.
Lic. en Economía y Negocios, Master en Psicología y Comportamiento del Consumidor