Según el tiempo avanza los sucesos pasados aunque pareciera que van quedando en el olvido, la maravilla de nuestro cerebro es capaz de traer en unas centésimas de segundo a personas, circunstancias, emociones, lugares y sucesos de hace muchos años y sentir las emociones y alegrías de entonces.
Por cierto, supongo que una forma de saber y sentir cuan bien funciona el cerebro, es la capacidad de en solo unas centésimas de segundo recordar vivencias del pasado como si sucedieran en el presente.
Me siento dichoso de haber reencontrado a una persona ejemplar que siempre admiré, estimé y aún quiero mucho, especialmente por su personalidad, su forma de ser y amor por su familia.
Me encantaría animar al lector a reencontrar a las personas que conoció hace mucho tiempo, pues le aseguro que será una gran alegría saber que están bien y que se alegrarán de reencontrarse y conversar sobre las historias de cada uno.
Como sucede muchas veces, buscando unas cosas en la inmensidad de internet, se siente uno un poco frustrado porque no las encontró, pero de pronto encuentra inesperadamente otras y su corazón y su mente se alegran inmensamente de la dicha del reencuentro.
Me ha sucedió con compañeros de estudio que perdí de vista algunas décadas y que, de pronto, por un clic en una página aparece la persona con quien nos une gran amistad y casi hermandad.
Un domingo escribí el nombre de un compañero de estudios en Alemania y con el mismo nombre aparecieron muchos. En una segunda y tercera búsqueda en pocos minutos me fui aproximando, hasta que recordé sobre su dedicación heredada de su padre por las abejas y al escribir “apicultor”, detrás del nombre, salió la organización que dirige en su ciudad, lo llame, fue inmensa la alegría de reencontrarnos y desde entonces ha venido cuatro veces a El Salvador y yo unas diez a Alemania y cada vez que voy nos encontramos y visitamos la escuela superior de ingenieros en la que estudiamos.
En otro momento y de forma parecida nos reencontramos con otro amigo y excompañero de estudios que emigró hace mucho tiempo a Los Ángeles y después de una búsqueda parecida nos reencontramos y nos vemos aquí o en Los Ángeles por lo menos tres veces al año.
Y en estos días, buscando un artículo que escribí en una página de la comunidad de mi ciudad que quizás ya no existe, encontré otra que tiene muchas fotos de personalidades, personas y personajes de la ciudad y examinándola, de pronto apareció la foto de un grupo de excelentes maestras e inmediatamente reconocí a una persona estimada y querida de quien no sabía desde hace mucho tiempo.
Me alegre tanto que inmediatamente hice el plan para reencontrarla y hace unos días tuve la gran dicha, después de unos momentos de nerviosismo marcar su número, esperar su respuesta y al responder, preguntar si era ella y decirle quien soy, nos reconocimos inmediatamente y conversamos quince minutos.
Marina, mi querida Marina, es la amiga que después de muchos años siento la dicha de haber reencontrado y espero en algún momento en el futuro próximo saludarla y abrazarla.
En todas las familias sucede que por diferentes razones se distanciaron y es maravilloso aprovechando las tecnologías de la información y la comunicación poder reencontrarse y compartir las historias interesantes de cada uno.
Haga la lista de las personas que tiene en su mente, que no sabe dónde están y le gustaría saber de ellas, pues alguien por alguna razón la puso en Internet, donde creo que está casi todo y si las busca las reencontrará y sentirá la gran felicidad y dicha del reencuentro.
Si lo hace en estos días de Diciembre, puede que como para mi, sea su mejor regalo de Navidad.
Ingeniero/Pedroroque.net.