En prácticamente todos los lugares del mundo hay carreteras con curvas. Algunas de ellas tienen nombres llamativos e incluso a veces hasta son tan creativos que resulta difícil olvidarse de ellos. Uno de esos nombres es sin lugar a dudas, “la curva del Papaturro” en la carretera que de San Salvador conduce al Puerto de La Libertad, situada alrededor del kilometro 30 de dicha carretera; esta curva es conocida por lo tortuoso e inclinado del sitio, además de por supuesto, el número elevado de accidentes y muertes que han ocurrido en dicho lugar desde hace mucho tiempo.
La curva Tamburello es uno de esos lugares que, a pesar de ser famosos, son prácticamente desconocidos por el público en general. Quizá, los pocos que sepan acerca de esta curva sean aquellos aficionados a las carreras de Fórmula 1. Aun así, y con un conocimiento muy básico de esas competencias de vehículos, la tendencia y característica de estas pistas de carrera, es precisamente el número de curvas y las velocidades con que los competidores las alcanzan y sobre-pasan.
Pero, a estas alturas la pregunta puede ser: ¿Qué tiene de importante la curva Tamburello? La respuesta no es única, pero la más conocida e importante es que, en 1994 en el autódromo Enzo y Dino Ferrari del circuito de Imola en Italia, esta curva le cobro la vida al campeón brasileño Ayrton Senna.
Esta curva fue diseñada para ser el giro más rápido en el circuito italiano, en donde los carros Fórmula 1 alcanzaban velocidades por arriba de los 300 kilómetros por hora, de manera que cualquier descuido, error humano o desperfecto del vehículo de carrera tendría, sin lugar a dudas consecuencias fatales. La muerte de Ayrton Senna no fue la primera que ocurrió en ese lugar, en algún momento los aficionados llegaron a renombrar este sitio como la “curva Tumbarello” por el número de fallecidos en el lugar. Sin embargo, el accidente fue tan impactante que se hicieron cambios para que fuera la última muerte en ese circuito y en esa curva.
De la misma manera que se le intento llamar curva “Tumbarello” en una clara relación con que muchos corredores encontraban la muerte en este lugar, así, analógicamente se ha llamado curva Tamburello a las actitudes que poseen muchas personas sanas y otras que también sufren de enfermedades físicas y mentales. Por ejemplo los psicólogos, consejeros y psiquiatras se enfrentan con personas que requieren su atención y servicios pero se empeñan en seguir manteniendo el estilo de vida auto-destructivo que los llevo a consultar. Los médicos evaluamos pacientes con enfermedades crónicas que frecuentemente suspenden sus medicamentos, hacen caso omiso a las indicaciones de mantener dieta y ejercicio como pilares de una buena salud y aun reconociendo que estas conductas son perniciosas y negativas mantienen la tendencia a no cumplir indicaciones médicas.
También están aquellas personas que no sufren de enfermedades físicas ni mentales, pero que se embarcan en relaciones toxicas que eventualmente pueden costarles la vida. En muchos de estos casos son los familiares, amigos, compañeros de trabajo y hasta conocidos muy cercanos los que intentan mediar para romper el círculo vicioso de maltrato toxico, sin embargo las respuestas del involucrado distan mucho de ser satisfactorias.
En cada uno de estos casos las personas implicadas no alcanzan a ver que se dirigen a toda velocidad hacia su propia destrucción y como efecto colateral al daño de las personas cercanas, convirtiendo a todos los que han intentado ayudarlos, no solamente en simple espectadores del proceso, sino que en victimas de sus conductas auto-destructivas.
Sirva esta analogía de la famosa curva Tamburello, para aquellos que de una manera u otra se enfrentan a las situaciones antes descritas y les permita discernir que la modificación de su conducta auto-destructiva es un inicio para una vida mejor.
Médico y Doctor en Teología.