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Presión de grupo

“La más poderosa fuerza bajo cuya presión estamos a veces obligados a trabajar es nuestra propia consciencia.“ (L. Blaga)

Por Óscar Picardo Joao

Es común, a nivel escolar, que algunos niños (as) cometan actos de indisciplina por “presión de grupos”; en efecto, el sentirse aceptados y valorados por el grupo les lleva a realizar algunos hechos disruptivos. A esto debemos sumar los “challenges” o desafíos digitales que buscan ganar notoriedad en colectivos escolares o juveniles, algo que está estrechamente vinculado a los diversos cambios psicológicos que se viven en la preadolescencia y adolescencia.

Pero también es muy probable que la presión de grupo funcione en el ámbito político, cuando algunos individuos son espectadores o se enfrentan a una masa digital que impulsa o promueve una causa ideológica, y terminan adhiriéndose por temor, conveniencia o por no quedarse fuera de las tendencias.   

El reconocido experimento realizado por Solomon Asch -conocido como experimento de Asch- fue diseñado para probar como la presión ejercida por compañeros (bien fuesen de trabajo o estudios) pueden incidir en el juicio de un sujeto normalizando una idea absurda o contraria a su punto de vista.

Este experimento se relaciona con otros conducidos en la prisión de Stanford (Zimbardo) o los experimentos de Milgram, en el hecho que el experimento de Asch trata de mostrar cómo seres humanos perfectamente normales pueden ser presionados hasta mostrar un comportamiento inusual ligado a la fuerza ejercida por las figuras de autoridad, o por el consenso de la opinión de otros que les rodean.

Los seres humanos somos psíquicamente vulnerables…; en las investigaciones que realizamos en el Centro Universitario de Neurociencia identificamos seis hipótesis que pueden hacer cambiar de opinión y hasta el propio sistema de creencias: Dinero, Poder, Sexo, Miedo, Crisis y Religión; comprobamos una de ellas, y llegamos a una conclusión potente: Todos tenemos un precio, el problema es saber el valor…; obvio, hay excepciones. 

Pero una cosa es “presión de grupo” y otra muy distinta es “grupo de presión”; hay puntos de encuentro, por ejemplo: incidencia para el cambio, pero también hay puntos divergentes: los métodos.

Los grupos de presión, también conocidos como grupos de lobby o cabildeo, son grupos o colectivos con intereses comunes que diseñan acciones dirigidas a influir ante la administración pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad.

Estos grupos utilizan medios de comunicación, tradicionales o digitales, figuras públicas relevantes culturales, deportivas o artísticas, gestionan reuniones con personeros de alto nivel, participan en programas de entrevistas con agenda, entre otros. El Presidente Kennedy alguna vez dijo: “Los cabilderos me hacen entender un problema en 10 minutos, mientras que mis colaboradores tardan tres días…” Astucia pura.

Hay un apotegma que más o menos dice así: “es más fácil convencer a todo un pueblo de una gran mentira, que a un solo individuo de una gran verdad”; los grupos suelen ser más ineficientes y cómodos, pero los individuos fácilmente son guiados por el grupo.

Los azacuanes, las mariposas monarca, los zompopos o las ovejas de Irlanda siempre llegan a su destino sin una inteligencia guiada o planificada; no hay decisiones que gasten energía mental, prejuicios o sesgos; ¿cómo lo hacen? Son como comportamientos instintivos de grupos guiados por aspectos climáticos o necesidades, cuentan con una brújula biológica, marchan lento, por momentos erráticos, pero llegan a su meta por muy compleja que sea. Algo parecido sucede en los estadios o eventos masivos, la gente hace cosas que probablemente no haría sola.

En las organizaciones de individuos y relaciones de las personas, la experiencia, la cultura y la adaptabilidad están mutuamente involucradas a esto llamamos relación sociales. El individuo solo, independiente y aislado cuenta con innumerables factores o fuerzas físicas y biológicas; sin embargo, las organizaciones modelan el comportamiento en menor o mayor grado, porque cada organización tiene su personalidad única. Efectivamente, la conducta de un individuo no es la misma cuando está solo a cuando está en una organización o es observado. Incluso hay empresas que implementan días laborales en “pijama” u otras excentricidades, ante las cuales la gente se adapta.

El individuo necesita a la organización porque ésta satisface sus necesidades, y la organización necesita al individuo porque contribuye a que ella realice sus metas. Esta tensión entre individualidad y alteridad es clave. Efectivamente, nosotros somos un constructo conformado por: 1.- Lo que creemos que somos; 2.- Los que los otros creen que somos; y 3.- Lo que somos en realidad, sin obviar los puntos 1 y 2.

El ser humano es bio-psico-social, con una serie de necesidades que busca satisfacer, según Maslow, son cinco: fisiológicas, de seguridad, de afecto, de estima y de autorrealización. Emmanuel Lévinas profundiza y nos indica que el ser humano se descubre en la alteridad, en el otro, como en un espejo.

La conducta organizacional o en grupos,  se da en un complejo sistema social, el comportamiento del sujeto dependerá en gran medida de la interacción de las características personales y el ambiente que lo rodea, parte de ese ambiente es la cultura social, el cual proporciona elementos que determinan cómo será la conducta de la persona en determinado ambiente.

El temperamento influye, si somos gregarios o solitarios, también la personalidad que se ha construido desde los factores culturales, genético hereditarios, familiares y escolares; el juego, el juguete, la imitación y la amplia gama de relaciones han incidido en la plasticidad cerebral. Pero a pesar de todo ello, el grupo nos puede afectar o cambiar.

En cierta medida, somos hijos de la presión de grupo, “la tradición no es más que la presión ancestral de la sociedad” (I. Moore); pero la gente puede romper promesas y la gente puede quebrarse y ceder. Especialmente aquellos más vulnerables, poco educados o que han estado sometidos a mucha presión y son mentalmente inestables.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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