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El arte de olvidar

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Por Carlos Balaguer | Ago 23, 2022- 17:34

Kania, el cazador de tigres que salían de su pecho o de las selvas de la imaginación, se encaminó a los desfiladeros de Olín. Allá, donde según la leyenda habitaba la perversa y temida esfinge del Samsara. Tensó su arco y se marchó a buscar a la quimera. Muchos habían perecido en sus intentos de conocer a la cantora de enigmas, entre ellos los mismos ancestros de Kania, así como los muchos viajeros que cruzaron los desfiladeros y tuvieron la desdicha de encontrarse con la fantástica criatura que sabía el habla de los hombres del erial. Tardó algunos días en dar con el triste animal de la mirada eterna. No estaba seguro de responder los fatales enigmas de la cantora de sueños, que aniquilaba a todo aquel que no resolviera sus trágicas adivinanzas. Evitando el riesgo de morir ante la pérfida criatura del rostro de mujer, Kania se adelantó a decirle, cuando estuvo ante ella: “Heme ante ti, gloriosa esfinge del erial. Soy Kania el arquero que te busca. Antes de pronunciar tu insondable misterio y me devores, divino enigma del samsara, déjame decirte que he venido desde mis lejanas ciudades a aprender de ti. No serás tú la que me cuestione si no yo quien te pregunte. No será la pregunta, sino la respuesta; no serás el enigma sino la verdad.” (IX) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>

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