“Canelo” el perro ladrón nunca le robó a la vida. Decían que era ladrón porque ladraba a la luna, a los gatos del tejado y a las damas nocturnas. Caminaba por el barrio en busca de algún mendrugo, de algún resto de comida que le ofrendara su suerte. Jugando a diario la vida, sorteando a diario la muerte, “Canelo” se fue algún día buscando un mundo mejor. La gente le dio de palos cuando cruzaba un mercado, cuando cogía un chorizo mal puesto y avinagrado. Nadie le dio una caricia a aquel perrito roñoso. Pulgoso y trasnochador no pudo encontrar amor. Se fue bajo la luz de la luna y mirándose en un charco garabateó unos versos, creyendo que era poeta: “Esa luna del espejo que anochece en el cristal es la luna de mi insomnio que alumbra mi soledad. ¿Dónde encontraré algún hueso o algún filete olvidado? ¿Dónde encontraré una cama cuando el día esté nublado? ¿Quién me dará una medalla por sobrevivir con nada? ¿Quién me dará un abrazo en vez de alguna pedrada?” “Canelo” no era perverso sino ladrador de versos. Se perdió entre callejones donde sí habían ladrones, hurtando alguna caricia ¡Quizá la felicidad! Si algún día tú le encuentras no le cargues a su cuenta el precio de una mordida. “Canelo” no era un ladrón. Sólo ladraba a la vida para sanar sus heridas, para soñar el amor y alguna perla escondida. <Palabras Balaguer-Facebook>
"Canelo" el perro ladrón, porque ladraba a la luna
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