La justicia -dentro del Humanismo- no es sólo teoría política, sino piedad, paz, verdad, bondad, progreso, concordia… Algunas veces santidad. Pueden cortar sus alas pero ella no detendrá su vuelo. Al estudiar de joven un tiempo psicología con los sacerdotes jesuitas, ellos nunca me ilustraron sobre tesis políticas, sino sobre estudio de la mente, la conducta, y fe del alma humana. El padre Martín Barró -con quien tuve más acercamiento- me dijo en cierta ocasión -viendo al fondo de mi ser- algo sobre un antiguo axioma: "Si dices que no eres político… o eres ángel o demonio. ¿Cuál de ellos serás?”, dijo en broma. Pero su sabia ironía era en el fondo realidad. ¡Realidad de la ironía o ironía de la realidad! Allá donde somos ambas cosas: a veces querubes, en otras culpables o inocentes demonios. Esto porque -de la misma forma que amamos o creamos un sueño de amor y esperanza- solemos errar y hacer lo contrario en nuestras vidas y destino: convertirnos eventualmente en torvos ángeles de la ignorancia, la tiniebla y desamor. Por ello pedimos perdón al Creador. Por habernos hecho mitad buenos, mitad malos. En su perfecta creación, nos habitan tanto el ángel de luz y como el de la sombra. Éstos no deben luchar uno contra el otro -concluí un día- al escuchar sus voces en medio de una fiebre. Sino -por el contrario- unirse en la santidad de la verdad para servir a un mismo Señor del Amor y la Creación. (In memoriam).(Libros Balaguer: Librería UCA y La Ceiba).
Padre Martín Baró conversando con el ángel y demonio
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