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Síntesis no es lo mismo que sin tesis

En definitiva, debemos reflexionar sobre cómo la cultura de la inmediatez afecta nuestra manera de aprender y comunicar.

Por Edward Wollants
Médico y abogado

En la era de la inmediatez y la información fragmentada, el anhelo por respuestas rápidas ha calado profundamente en la sociedad contemporánea. Este fenómeno se vincula con la teoría de la "Modernidad líquida" del sociólogo Zygmunt Bauman, quien describió la transición de estructuras sociales sólidas a unas más flexibles, cambiantes y efímeras. Bauman explica que en esta modernidad líquida, las relaciones, las instituciones y las ideas fluyen sin resistencia, adaptándose a un mundo donde la estabilidad ha sido sustituida por la transitoriedad. En este contexto, la gratificación inmediata se convierte en norma, moldeando cómo las personas consumen información y conocimiento.

La sociedad actual demanda inmediatez en todos los aspectos de la vida, desde la comunicación hasta el aprendizaje. Este apremio por obtener respuestas rápidas ha distorsionado el concepto de "síntesis", confundiéndolo con resúmenes superfluos que carecen de profundidad y análisis. Tradicionalmente, la síntesis implica la integración de diversas ideas y perspectivas para formar una comprensión más completa y matizada de un tema. Sin embargo, en la actualidad, se ha reducido a fragmentos breves de información, que muchas veces omiten la tesis o el argumento central que da coherencia al conocimiento.

Paradójicamente, son las personas con mayor dominio de un tema quienes valoran las explicaciones detalladas y profundas. Este grupo comprende que la complejidad de ciertos temas exige tiempo y paciencia para desentrañar sus matices. Por el contrario, quienes tienen un conocimiento superficial suelen impacientarse con explicaciones extensas, prefiriendo respuestas breves que aparentan resolver sus dudas, pero que en realidad perpetúan la ignorancia.

Este fenómeno se agrava con la cultura de la recompensa inmediata. En la modernidad líquida, esperar se percibe como una pérdida de tiempo. Las plataformas digitales alimentan esta necesidad constante de satisfacción instantánea, donde los mensajes deben ser breves y los contenidos, rápidamente consumibles. El aprendizaje, que requiere tiempo y reflexión, se ve relegado por esta dinámica de consumo rápido.

Esta dinámica de consumo de conocimiento, si es que acaso se le puede llamar así, más bien se puede explicar comparándola con el modelo biológico de las ascidias o tunicatos. Los tunicatos solo cuentan con una boca de entrada y otra de salida, por donde filtran agua. Pasan por una fase larval parecida a un renacuajo, que tiene una estructura simple con un ojo y una estructura parecida a un cerebro. Esta larva nada hasta encontrar un lugar adecuado donde se adhiere, y luego pasa por una metamorfosis en la que pierde sus características larvales, incluido el sistema nervioso, y se convierte en un organismo simplemente filtrador. 

La verdadera síntesis exige comprensión profunda. No se trata de condensar información de manera superficial, sino de analizar, comparar y unir ideas para construir una perspectiva integral. Cuando se exige brevedad extrema, se sacrifica la profundidad y se corre el riesgo de eliminar la tesis, es decir, el argumento central que sostiene cualquier exposición o discurso.

La diferencia entre una síntesis auténtica y una explicación vacía radica en la intención y el proceso. Una síntesis bien elaborada parte del conocimiento profundo de un tema y busca comunicarlo de manera clara y concisa, manteniendo la esencia de la tesis. En cambio, la reducción de la información a frases rápidas y descontextualizadas termina siendo una versión "sin tesis", que carece de sustancia y profundidad.

La influencia de la modernidad líquida ha permeado también los entornos académicos y profesionales. Se valora más la rapidez de respuesta que la calidad del razonamiento. En las redes sociales, los hilos complejos rara vez captan la atención que sí logran publicaciones breves y contundentes, aunque carezcan de fundamento. Este comportamiento fomenta la superficialidad, desincentivando el análisis crítico y el pensamiento profundo.

Es necesario cuestionar esta tendencia y reivindicar el valor de la explicación detallada. Comprender que la síntesis no es simplemente decir "cuatro palabras a la carrera", sino un proceso intelectual que requiere tiempo, esfuerzo y comprensión. La brevedad, cuando se utiliza de manera responsable, puede ser poderosa; pero cuando se busca solo por comodidad, vacía el contenido de significado.

Retomar la paciencia intelectual es un desafío en la era de la inmediatez. El conocimiento profundo y el pensamiento crítico necesitan espacios donde puedan desarrollarse sin las presiones del tiempo. Esto implica reconocer que aprender y comprender demandan más que respuestas rápidas; requieren disposición para escuchar, reflexionar y cuestionar.

En definitiva, debemos reflexionar sobre cómo la cultura de la inmediatez afecta nuestra manera de aprender y comunicar. La verdadera síntesis implica comprender y articular ideas complejas de manera coherente, respetando la tesis que da sentido al discurso. De lo contrario, corremos el riesgo de quedarnos con fragmentos desarticulados de información que poco aportan a nuestro conocimiento.

Es fundamental promover una cultura donde el aprendizaje profundo sea valorado, y donde se entienda que la síntesis no es incompatible con la profundidad. Solo así podremos contrarrestar los efectos de la modernidad líquida y recuperar el valor de la reflexión y el pensamiento crítico. La información puede ser rápida, pero el conocimiento requiere tiempo.

Síntesis no es sin tesis. La brevedad debe ser una herramienta para comunicar con claridad, no una excusa para la superficialidad. Recuperemos el valor del discurso fundamentado y de la reflexión profunda, porque solo así podremos construir un conocimiento verdaderamente significativo.

Médico y Abogado

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