“CIRO” EL BUFÓN DE LA RISA PERDIDA
Ciro -el payaso de un circo lejano- también llegó hasta el reino del espanta nubes. “Señor de la alegría –dijo. Feliz imagen de hojarasca. Busco la eterna risa. Traté de hacer reír al mundo, venciendo su tristeza, pero al final fui yo quien quedó sin risa ni alegría. Lloré para hacer reír a otros o me reí de mí mismo. Hoy vengo por la risa que perdí, majestad de palma.” “Puedes pasar, hombre sin risa, al reino del eterno sonreír -respondió el espantajo. Tú que olvidaste reír, aprenderás a hacerlo de nuevo. A reírte de la adversidad y de las cosas simples y graciosas. ¡A sonreírle al mundo y a la vida! Como ríen los niños y los enamorados. Con una breve risa vencerás todo el dolor del circo. Pero más que la risa de tus labios es tu alma la que debe iluminarse.” Así, el bufón de la risa perdida, recordó la olvidada mueca de la felicidad. Allá en los prados de la eterna alegría. Donde debes sonreír a la vida para que la vida te sonría.
Los buscadores de la fortuna siguieron llegando a las tierras del imposible. Aquel perdido prado de dulzura que alguna vez los hombres llegaríamos a olvidar. Donde los sabios recobraron la locura, los tristes volvieron a reír, los ciegos a mirar, los mudos a entonar canciones y los sin esperanza a subir los montes de su anhelo. Cuando en el mundo existían los espantapájaros buenos y la tierra era de todos. Ningún fantasma de pastura intimidaba a las palomas ni a los cuervos errados del maizal. La cosecha era por igual de hombres y de pájaros eternos. Pero vinieron las quemas de abril y otra vez volvió a arder el imposible edén. Aunque al invierno siguiente renaciera la planicie y las yemas verdes de las eras fueran como dulces promesas de un tiempo mejor. (XXXIV) De: “La Vida es Cuento” © C. Balaguer