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El Contrato

La humanidad debe desterrar para siempre la figura de "políticos profesionales". Esos parásitos de gustos exquisitos que no pueden vivir de otra cosa que no sea de los impuestos.

Por Jorge Tobar
psicólogo

Todos los países o Estados del mundo, por pequeños o grandes que sean tienen un "Contrato" básico implícito, inherente e irrompible entre gobierno y gobernados: «Tú me mantienes, yo protejo tus derechos». Cuando los gobiernos dejan de cumplir su parte del Contrato pierden, en términos absolutos, el sentido de su existencia. Estos deben ser desarticulados y sustituidos por el poder ciudadano. Pero cuando los gobiernos no solo incumplen su deber de asegurarse de que los derechos humanos y ciudadanos sean respetados, sino que se convierten en el principal violador de estos, sus funcionarios deben ser juzgados y encarcelados, como criminales.

Parafraseando a Nelson Mandela: "El nivel de civilización de las sociedades humanas es proporcional a la protección y amor que les brindan a sus niños". Si tomamos esta máxima como referente para evaluar las sociedades actuales, se diría que aún "no bajamos de los árboles", que seguimos siendo bestias sin el menor sentido humano. Todos los años desaparecen ocho millones de niños en el mundo. Dieciséis cada minuto. Nos referimos a niños que nunca se sabe qué fue de ellos.

Esto es grave, nos muestra que aún no logramos llegar a ser "humanos", en el sentido estricto de la palabra. La humanidad se alcanza cuando es la razón, el sentido común, el bien de todos, la convivencia pacífica y armónica entre individuos y países diferentes lo que prevalece en el mundo. En realidad, solo somos lo que dice Desmond Morris: "monos desnudos". Pero lo que ha pasado y está pasando en el Reino Unido, no alcanza ni para llegar a "monos".

Desde hace varias décadas se ha denunciado en ese reino a una estructura mafiosa de paquistaníes musulmanes, quienes amparados en la "esclavitud sexual" que el Corán (su biblia) permite, etiquetando a las mujeres o niñas no musulmanas como "botín de guerra", han violado, torturado, y en muchos casos asesinado e incluso descuartizado niñas blancas británicas. Con maniobras de medios cómplices y del mismo gobierno británico, estas noticias que debieron ser escándalos mundiales, pasaron inadvertidas. Un patriota, el periodista Tommy Robinson está en la cárcel por haber publicado un vídeo que desnuda la trama de las violaciones. 

Esto es nauseabundo, vomitivo, nos aclara que estamos lejos de ser "humanos" y que el gobierno del Reino Unido, según la referencia de Mandela, es una alcantarilla de ratas.

Muchos violadores fueron "castigados" con un regaño de las autoridades; padres que buscaban rescatar a sus hijas fueron interceptados, capturados y acusados de racistas; un ciudadano fue condenado a veinte meses de prisión porque subió un post exigiendo investigar esas violaciones. Estos hechos totalitarios no se le ocurrieron ni a Orwell en su novela fatalista "1984". 

La maldad se salió de control y curiosamente originada por lo que algunos llamamos "buenismo suicida". Crímenes bestiales de hombres musulmanes contra niñas inocentes fueron encubiertos con la supuesta intención de "evitar la islamofobia". A mi juicio, esto siguió sucediendo y a miles de niñas les destruyeron sus vidas, por dos razones: adicción al poder y antipatriotismo. Y en todo país con gobernantes adictos al poder y antipatriotas sucederán cosas como esta o quizá peores. 

Por eso, la humanidad debe desterrar para siempre la figura de "políticos profesionales". Esos parásitos de gustos exquisitos que no pueden vivir de otra cosa que no sea de los impuestos. ¡Un período y fuera, a trabajar en la empresa privada! Y además que quien quiera ser político, debe mostrar con credenciales y hechos concretos, su idoneidad, su capacidad, su honradez y principalmente su profundo amor por el país al que quiere servir; es decir, su patriotismo.

Esa adicción al poder llevó a funcionarios del gobierno británico a encubrir crímenes atroces de foráneos a sus propios conciudadanos. La máxima era: "Las niñas violadas no votan, los violadores y sus comunidades musulmanas, sí.

Es necesario aclarar el concepto de patriotismo y diferenciarlo del nacionalismo. Nacionalismo es esa falsa pretensión de superioridad por haber nacido en tal o cual país; el patriotismo, en cambio, es amor a la tierra donde nacimos y descansan nuestros ancestros, a su gente, historia, tradiciones y costumbres que nos hicieron lo que somos. Nuestra patria es el nido donde queremos estar y al que siempre anhelamos regresar. 

El antipatriota en algunos casos desprecia y en otros odia el país donde vive. Quien lo desprecia, lo ve de menos; quien lo odia busca destruir su identidad, borrar su historia y cortar sus raíces, porque le fastidian. Ambos detestan a su gente y principalmente a la humilde y pobre. Prefieren favorecer a extranjeros y a otros países. 

Como me dijo mi padre refiriéndose a los políticos: "Si no son patriotas, son solo sanguijuelas chupando sangre"

Así que salvadoreños, si queremos proteger nuestros niños, jóvenes, ancianos; nuestro aire, suelo, ríos y lagos, debemos vestirnos de patriotismo y cantar unidos a viva voz: "Saludemos la patria orgullosos de hijos suyos podernos llamar".

Filósofo

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