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El Dios desfigurado…

En efecto, parece que Dios ha evolucionado, pero no es así; lo que ha evolucionado es el pensamiento humano que ha intentado describirlo, interpretarlo y explicarlo; y sí, esto coincide con nuestra propia evolución, de la barbarie medieval hasta la civilización contemporánea.

Por Óscar Picardo Joao

La gente siempre ha necesitado creer en un ser trascendente para resolver sus miedos, sus angustias, sus incertidumbres, buscando un argumento explicativo que responda a los misterios de la naturaleza y de la vida humana. Tenemos tantas certezas como dudas… ¿quién es Dios?, ¿cómo es Dios? Probablemente Dios sea el espejo de la humanidad…

En el pasado, las mitologías, sagas y tradiciones atribuían a seres divinos ciertos poderes que resolvían los asuntos inexplicables del cosmos y de las relaciones humanas. La historia de las religiones nos remite a fenómenos ancestrales de carácter mágico y mítico, pero, sobre todo, a una interpretación de los misterios de la humanidad. Por ejemplo, la mitología griega era una respuesta cultural a las preocupaciones humanas: Deméter explicaba los problemas de la agricultura, Poseidón representaba el mar, Hermes simbolizaba el comercio; Ares, los conflictos y la guerra; Apolo, la belleza; Atenea, la sabiduría; Artemisa, la caza; Afrodita, el amor; Zeus, los misterios del cosmos; Hera, los asuntos familiares; Hades, el más allá, etcétera. 

Frente a estas explicaciones míticas, surgieron los filósofos presocráticos, quienes, observando y asombrándose, buscaron explicaciones más racionales utilizando el Arjé o principios de las cosas bajo un modelo «cosmocéntrico».

Más adelante, Sócrates, Platón y Aristóteles avanzaron magistralmente en la racionalidad occidental, ciudadanía y ética. Posteriormente, con Agustín de Hipona, Anselmo de Canterbury y Tomás de Aquino, se regresó a la cosmovisión cristiana centrada en el «teocentrismo» (fe y razón), hasta llegar a la Ilustración, donde se recuperó el «antropocentrismo» y los valores científicos.

Pero el Dios abrahámico del judaísmo, del islamismo y del cristianismo, reflejado en la Torá, en el Corán o en la Biblia, era más cauto y coherente con las necesidades culturales que los antiguos politeísmos; los hagiógrafos no cometieron excentricidades absurdas o mágicas y proyectaron a un Dios todopoderoso con ciertos privilegios sobrenaturales, a veces como un ser vengador otras veces como un ser misericordioso, pero en las tres religiones lo humanizaron cuidadosamente: en el judaísmo con la Ley, en el islam como guía moral y con Mahoma, y en el cristianismo con Jesús de Nazareth. 

Mircea Eliade -uno de los mejores referentes y teóricos de la religión- no creía en Dios, y se describió a sí mismo como "un cristiano que no podía creer en Dios". Sin embargo, sus aportes se centraron en el concepto de lo sagrado, lo cual consideraba que era la esencia de lo religioso.

Para Eliade, lo sagrado es aquello que está lleno de ser, realidad, potencia o fuerza, mientras que lo profano es lo que está afectado por la irrealidad o la pobreza ontológica. El hombre primitivo usaba lo sagrado como referencia para distinguir lo real de lo irreal, algo por cierto bastante platónico.

Hoy tenemos una imagen de Dios desfigurada…; es más, cada quién crea una imagen de Dios a su imagen, semejanza e intereses… Quisiera creer -siendo agnóstico- que Dios no le va a ningún equipo o selección de fútbol, por más que los jugadores recen, se persignen y eleven sus brazos hacia a él. Tampoco creo que Dios haya hecho cálculos, en sus jornadas de creación, para distribuir los metales y recursos naturales conforme a las naciones, sus culturas y razas, beneficiando a algunas y afectando a otras. Éstas y otras interpretaciones son teología infantilizada o estupideces.

Lo que sí es cierto es el uso de Dios para ciertos fines e intereses políticos y religiosos, es decir, manipular la imagen de Dios para que la gente crea en un proyecto determinado, cosa que ha sido muy común a lo largo de la historia de la humanidad.

La teología y la teodicea constantemente ha intentado ir al encuentro de Dios, utilizando "escritos sagrados" y "tradiciones orales"; pero Dios en su complejidad se escapaba de las teorías inmanentes o panteístas. Tomás de Aquino intentó describirlo a través de las cinco vías (movimiento, causalidad, contingencia, perfección, finalidad o dirección).

Para Spinoza Dios es una sustancia infinita, indivisible, eterna y causa de sí misma, que es idéntica a la naturaleza (la que eligió Einstein como científico). Spinoza, consideraba que Dios no creó el mundo, sino que el mundo es parte de Dios.

"La muerte de Dios", anunciada por Nietzsche, representó la crisis metafísica de una nueva época secularizante, una nueva hermenéutica antropológica y una crisis del teísmo que dejó vacíos en el humanismo abriéndole paso al mito del progreso y la utopía de la sociedad emancipada. Teilhard de Chardin fue magistral y concilió las teorías creacionistas y la evolucionista con su "cristificación del universo". Y para Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff o Jon Sobrino, Dios era una fuerza liberadora.     

Hoy la gente cree que "Dios juega a los dados", castigando y premiando por caprichos de la providencia o predestinación. Otros creen en el Dios vengador que se puede utilizar como caja de herramienta ideológica -Dios está con nosotros…-. Algunos aun buscan el Dios de las hierofanías y milagrero, para intervenir, curar, salvar, sanar.

El debate sobre la ontología de Dios probablemente nunca se cierre, solo habrá interpretaciones limitadas de las religiones como manifestación de un ser poderoso, que antes fue sádico, vengativo y cruel con los idólatras y hoy es amoroso por esencia, incluso frente a los malvados y pecadores.

En efecto, parece que Dios ha evolucionado, pero no es así; lo que ha evolucionado es el pensamiento humano que ha intentado describirlo, interpretarlo y explicarlo; y sí, esto coincide con nuestra propia evolución, de la barbarie medieval hasta la civilización contemporánea.

La gente busca a un Dios todopoderoso y a la vez comprensivo de la condición humana particular, que atienda mis necesidades; busca a un ser justiciero y castigador de mis enemigos y a la vez compasivo con mis problemas, necesidades, allegados y familiares. Un Dios desfigurado que posiblemente no exista…  

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor. Nos disculpamos por las posibles e involuntarias erratas cometidas, sean estas relacionadas con lo educativo, lo científico o lo editorial.  

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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