La noticia de que derribarían al espantapájaros bueno corrió por la comarca. Esto llegó a oídos de sus amigas aves. Un cuervo al enterarse, alertó al carpintero de copete rojo: “¡Van a desarmar al espantapájaros! Debemos ayudarle, es nuestro amigo”. “De nada serviría –contestó el pica-troncos. El pobre no puede ir a ningún lugar. ¿Cómo evitará que lo desarmen? –repuso. Los espantapájaros no pueden defenderse y a veces ni espantar a las aves. Si acaso, soñar la vida. Paja son y en paja se convertirán.” Una paloma de alas blancas decidió volar hasta el fantasma de heno para avisarle del peligro. En el camino se le fueron uniendo otras aves, hasta formar una bandada. Ninguna de ellas quería que deshicieran al espantajo. Sin embargo, cuando llegaron hasta el maizal ya era muy tarde. Aquel había sido derribado. Las aves empezaron a llorar por su buen amigo. ¡Tan solo había quedado el maizal sin el bondadoso muñeco! La urraca gritona alertó a los demás: “Si empezamos a unir sus partes, podremos volverlo a la vida.” Todos estuvieron de acuerdo y cada uno de los pájaros empezó a recoger las piezas dispersas del pelele para volverlo a armar. Primero ataron la paja al palo, le pusieron la ropa y el viejo sombrero de palma. Al cabo de un tiempo de ardua labor, “Espanta lirios del Valle” estaba enclavado nuevamente sobre el maizal. Espantando al destino adverso y a la muerte de las ilusiones. (III) De: “La Vida es Cuento” © C. Balaguer
Amigo de pájaros eternos
,