En el fondo, los seres humanos llevamos dentro el sueño del “superhombre”. Lo que ocurre es que no siempre puede surgir de nosotros a escena. Cuando esto pasa -dentro de la decadencia de una sociedad dada- se tiene que buscar desesperadamente al héroe sustituto, que resplandezca sobre las multitudes y nos represente en cartelera. Como ya dijimos, si no los hay de carne, huesos e ilusiones, los fabricamos artificiales, en el celuloide o la historieta. Cuántos en la vida no deseamos alguna vez, ser como el superhombre que surgía de aquel sencillo periodista llamado “Clark Kent”, en las tiras de ciencia ficción, capaz de conquistar el mundo y combatir el mal. Lo triste es que ese Supermán sólo era un héroe en el imaginario colectivo. Y ello, precisamente, lo volvió aún más inalcanzable. Existen en el mundo fábricas de "héroes" para cada gusto. ¿Cuál es el suyo? ¿Será uno de los tantos vulnerables terrestres o alguno imaginario de más allá de las estrellas? Durante toda la historia, la Humanidad se ha nutrido de héroes reales o ficticios. El héroe surge ya de una leyenda, de la mitología o de una profunda necesidad humana de reivindicación y gloria. Como el viejo “Supermán” en cartelera.
El héroe en cartelera (y II)
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