¿Podremos como el mago, sacar de la copa del sombrero el amor y decir que ese amor es suyo y real, aunque no sepa de dónde ha salido ni hacia dónde irá? El inmortal Mago Houdine, de los escapes célebres, murió -según las crónicas- en una de sus propias trampas. ¡El experto en escapar de cárceles; de jaulas sumergidas en el mar, yendo él dentro de ellas, atado con cadenas! El actor diestro de engañar al público, dentro de su célebre espectáculo, haciéndoles creer su falsa liberación, pues gran parte de su proeza era farsa. Aquel que se liberaba de todas las trampas que le pusiera el mundo cayó un día de tantos precisamente en su propia trampa, inesperadamente, como nos suele suceder. Muchos vivimos sin escapar de nuestra misma prisión. Y fingimos nuestro amor y liberación para obtener lo deseado. Creyéndonos capaces de escapar de todas las ratoneras que nos ponga el destino, caemos en la nuestra. Luego de ser diestros en ponerlas. El hombre no sabe ciertamente dónde empiezan sus límites. Pero al final, como a Houdini, nuestra misma trampa nos atrapa. Y nos sentimos vencidos. Porque sólo el verdadero amor nos hace libres.
El mago que cayó en su propia trampa
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