Ámate a ti mismo para amar a otros. El ánfora no puede dar vino si no lo hay dentro de sí. Tampoco la colmena da miel si no la tiene en su panal. Es igual en el amor. No podemos amar a otros si no hay amor en nuestro interior. Diríamos que aprendemos a amarnos cuando llegamos a amar la vida y a otros seres humanos… ¡Al mundo y a la vida! Porque entonces habremos descubierto el alumbrado prodigio y milagro de amor universal. Milagro que surge en ti hacia el firmamento de la Creación. (El amor te ha creado y tú vuelves a crearlo, tal como lo hizo el Mago Divino). También existe el falso amor o egoísmo que da prioridad a los intereses personales ante los demás. De “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll, leemos la conversación entre la niña maravillosa y el legendario conejo blanco, su fiel amigo: “¿Pero tú me amas?” -Preguntó Alicia. “¡No, no te amo!” -respondió el Conejo Blanco, agregando: “¡Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma! Por eso no te amo” -agregó el sabio conejo, dándole con ello una lección moral. ¿La misma que nos da a todos nosotros?
Ámate a ti mismo para amar a otros
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