“En medio de una siniestra escena de ciudades destruidas, se encontraban unos cuerpos humanoides entre las cenizas del futuro, aún con signos de vida. Su piel -similar a la humana- lucía herida, golpeada y con quemaduras. Un mecanismo interior de inteligencia artificial latía bajo su piel de látex. Algunos androides agonizantes se aferraban a la ´vida´. ¿Cuál es tu nombre? -preguntó un expedicionario de la relatividad del tiempo. ´¡Amor!´ -respondió el humanoide. ´¡Busco el amor!´ -dijo entre lágrimas de silicón. Otros agonizantes cuerpos robóticos preguntaban: ¿Dónde está la vida? ¿Dónde está la paz? ¿Dónde la victoria? ¿Dónde está el Hombre? ¿Dónde Dios?” Después de algún tiempo sus mecanismos vivientes colapsaron por la alta radiactividad atmosférica. Su programa emocional ´machine learning´ de inteligencia artificial (IA) para la guerra, no encontró la respuesta que siempre buscó el ser humano en la historia natural.” (Extracto de mi leyenda “Auge, Caída y Esplendor del Homo Deus”). El “homo illudere” u “hombre ilusión” vive el sueño de sí mismo y de su “gloria”. En el “culmen” de su evolución torna al llamado “Homo Deus” al creerse un dios, emulando a la creación universal -ya en una máquina- o en su propio espejismo existencial, creador y destructor de sí mismo.
Androides entre las cenizas del futuro
.