Porque digo más en el silencio o es el silencio quien dice más de mí. Por eso callo cuando digo y a veces digo lo que callo. No sé si la vida calla mis labios o son mis labios quienes callan la vida. A veces el amor me hace callar y en otras soy yo quien calla el amor. Y quedo sin nombrarlo o es el amor quien no me nombra. Busco decir el nombre de lo amado, aunque lo que ame haya olvidado mi nombre. Suelo callar mi dolor aunque sea el mismo dolor quien me hace callar. Igual, suelo callar mi felicidad para que la escuche sólo Dios. Soy, pues, de los que dicen callando y callan cuando dicen. El más desconocido del mundo o uno más del mundo de lo desconocido. Me gusta irme de la vida y que la vida se vaya sin mí. Así descubro lo que queda en mí de la vida y lo que la vida se lleva de mí. Me gusta abrazarme a la existencia para que ella me abrace; sonreírle, para que ella me sonría; perdonarla, para que ella me perdone. Como, por igual, me gusta irme de la multitud o que la multitud se vaya sin mí. Me llevo sus risas y sus sueños; les dejo mi sombra y mi recuerdo; alguna confesión escrita en el aire. A veces suelo irme en el camino, aunque no sé si es el camino quien se va sin mí. Nombro al silencio para que el silencio me nombre. Por ello callo cuando digo y digo cuando callo.
A veces callo lo que digo o digo lo que callo
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