Vienen en el viento de internas lejanías. Surgen de la nada, del sueño, la risa, del gozo y el dolor. Cual coros fantasmas o coplas perdidas de la imaginación divina. Acaso serán canciones de amor de un trovador que junto a ellas se borró en el tiempo. Cantos lejanos que rompen el aire con alas azules, de hielo y de luz. Errantes y eternas, vagan por el mundo. Buscando un alma o un cantor despierto. Pero todos los juglares duermen su nostalgia. Parece que han muerto de cara hacia el cielo con una sonrisa. Pero no es así. Es sólo que sueñan la vida de un sueño. O el sueño que queda después de la vida. Y yo, mientras tanto, te miro lejana, detrás del cristal frío y nebuloso de la multitud. Te siento cercana, cuando tú no estás. Cuando el ruido extraño de la muchedumbre ha quedado lejos, sin risas, sin gloria, te digo que te amo. Aunque el mismo sino me calle la boca. Versos del silencio surgen de la nada. Estrofas que arrastra el naufragio lírico del tiempo. Será el cantar de un juglar lejano. Acaso coplas viajeras; sílfides del viento que en fuga se pierden en la voz lejana. Vuelven a romper sombras en silencio. Vuelven a vivir, como por encanto. Nacen de la vida que nos dice tanto. A veces de un sueño de amor, de la risa o de algún dolor que escribe un poema. Vienen del silencio. De internas y dulces lejanías.
Versos del silencio
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