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Flor de mi dolor golondrina

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Por Carlos Balaguer |

Mi flor se convirtió en dolor y mi dolor en lluvia. La lluvia devino en primavera y se vistió de novia la pradera. Volvieron a florecer los muros de la avenida. Y mi flor, ayer perdida, volvió a renacer la vida. Mas, cuando secó en la tarde, mi flor se convirtió en dolor. ¡Pero en un dulce dolor, como bálsamo de amor! Como el dolor del parto del alba, abriendo capullos. Donde arrebata lo tuyo el viento huracanado. Mi pena devino en capullo y lo sembré en la tierra. Después se alejó la guerra y el arado renació. Si acaso hubo dolor, amando fue miel de amor. Eterna fue desde entonces, mi flor que -de tiempo en tiempo- se me convierte en albor. Golondrina del estero ¡yo te espero… yo te espero! Tanto cielo no te basta para extender tu vuelo a donde el ojo no te alcanza. Donde las manos no llegan, Golondrina y esperanza del que espera tu regreso, andarina del deshielo. No sé si llegarás a tiempo para decir que te espero. De nuevo en el mismo instante y en el mismo romance. Para después morir un poco de nuevo en la despedida y así dejar atrás un instante de la vida. Tanto cielo no te basta para seguir de paso y de prisa hacia tu anhelo. Luego de darme tu vuelo, tu cielo y tu desvelo… Golondrina del estero. ¡Yo te espero! ¡Yo te espero!

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