Charlie Chaplin -se dice- dejó gran fortuna sin decir una palabra ni hacer daño a nadie. Una anécdota del legendario actor del cine mudo, sugiere: “La Vida: el Chiste de Reír y de Llorar.” Relata que -durante una de sus presentaciones- “Charlot” contó un chiste ante la audiencia. Luego de escucharlo, todos rieron. El genial actor contó el mismo chascarrillo por segunda vez y solamente unos pocos rieron. Inexplicablemente lo contó por tercera vez y nadie se rió. Entonces pronunció una profunda enseñanza de la vida, con estas hermosas y reveladoras palabras: “Si no puedes reír y reír por el mismo chiste… ¿Por qué lloras y lloras por el mismo dolor y la misma tristeza? Por eso -agregó- aprovecha cada momento de tu vida”. (Y cada lágrima y risa, diríamos). Los niños nos enseñan esta verdad: unas veces ríen y otras lloran, porque el destino tiene esos dos rostros o mascarones: uno que ríe y otro que llora. Deberíamos entonces vivir a plenitud, aceptando de la vida tanto sus noches oscuras como sus claros amaneceres; sus golpes y caricias; sus momentos tristes y felices. Bendecir por igual la risa del destino y su tristeza. Cada día nuestro tiempo vale más, porque cada vez nos queda menos, refiere una antigua conseja. Aceptar en este viaje -universal, breve y eterno- el chiste de reír y llorar de nuestro existir.
Chaplin: el chiste de reír y llorar
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