“El espejo te devuelve lo que recibe de ti” -reza un sabio axioma. Espejo de la Vida: a veces refleja lo de un tiempo pasado -feliz o desdichado- que ya no podemos alcanzar. (Aquello que fue o aquel que un día fuimos). Cristal que refracta nuestro espejismo y donde nuestra imagen aparece al revés, como si fuera otra realidad la que nos viera. Con todo y todo, concluímos que es real ese otro lado azul-turquesa del cristal. Allí donde es real la rosa y la tristeza que aparece o se ha borrado. Es cierto entonces ese otro lado de la vida. Aunque se vea distante y nos duela de cerca la fría nostalgia de su lejanía. “Nostalgia” que deviene de de “nostas” (nuestras) y “algia” (dolor). Es decir, nuestro dulce dolor de cristal en la luna del espejo. Del mismo espejismo de amar lo posible e imposible; lo incierto o cercano. ¡Aunque próximo nos parezca lejos! Es real, por tanto, nuestro ensueño en el azogado cristal, como también su ausencia. En el mismo espejismo que no puede romper la tempestad, el tiempo ni el silencio. El mismo cielo en el espejo es verdad, cual si fuera otro cielo universal. Cierto, por tanto, tu rosa, su perfume, su dicha o su tristeza. O ese otro lado del corazón, su palpitar y su reflejada añoranza. Cierta, pues, la vida en el cristal. Aunque no lo parezca. Eres cierto tú y tu espejismo.
Espejo de la vida
.