Un cantar de lejanías se escuchaba cuando el mar y la vida se iban en alguna marea. Otra leyenda de amor que se borró en pleamar o se olvidó al final: “Halcón de cetrería que se perdió en el día/ Y no sé a dónde iría ¡Falcón fue el alma mía!/ De azur inmensidad voló sobre los mares/ No sé si alcanzaría a vencer las tempestades/ Emisario del aire, Peregrino del sol/ Talvez sueño de nadie. Talvez sueño de un dios/ Aquella ave de presa que no siempre regresa/ No pude detenerle en el deshielo de amor/ Que vuelve sin volver y llega sin llegar/ Sabiendo que te adoro ¿Por qué te vas amor?/ Creyendo el alma mía, que es cierta la ilusión/ Y aquel sol peregrino, Falcón de amanecer/ Que parte hacia otros cielos y vuelve sin volver/ Migrantes que se van, perdidos en la bruma/ Como un atardecer que se convierte en luna/ O en flor de primavera, que vuelve aunque se muera/ Y así sin que le vieran, aquel diestro cetrero/ Se apareció a su novia a un lado del sendero/ Después dijo llorando el Señor de la Ilusión:/ Partir es mi destino; mi adiós en el amor/ No sé cuándo el estero vuelva a ser golondrina/ ¿Acaso en el verano de la creación divina?/ Tanto vuelo no te basta, andarina sin estero/ Si la ventisca te arrastra ¡Yo te espero! ¡Yo te espero!/ El mismo mirar en vuelo. Siempre en el mismo cielo/ Siempre en la misma orilla/ ¡Si Halcón fuera el alma mía! (XXVII) De “Falcón Peregrini” Leyendas del mar. ©C.B.
¡Si halcón fuera el alma mía!
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