“¿Y tú quién eres?”-preguntó el joven Azores a la hermosa porteña. “Soy Magila, nací en la mar durante un viaje, pero crecí tierra adentro, en los caminos del devenir. Mi vida también es viajar de ciudad en ciudad con la Sibila cuenta fortunas. La que vende a los demás el sueño, el porvenir y el paraíso. La misma que sigue buscando el suyo en la esfera de cristal o en los espejos del tiempo. Yo también me voy –de tiempo en tiempo— pero regreso. Talvez nos veamos en el próximo deshielo. Como vuelven las aves marinas en cada estación”. Se vieron a los ojos intensamente como recordando otras vidas. “Siento que nos conocemos desde tiempos pasados –dijo Azores. Como si el destino nos volviera a re encontrar en este puerto distante. Me gustaría quedarme en esta ría junto a ti. Pero el buque partirá mañana al amanecer.” “Puedes volver como los cernícalos al mismo estuario-repuso la joven. Yo también debo viajar con Sibila. Igualmente regresaré y entonces podremos encontrarnos de nuevo. Es destino de las aves marinas y navíos tornar al mismo puerto. Igual nosotros los hijos del mar. Siempre leves y migrantes. Como los espejismos de la vida o la vida de los espejismos.” Al sonar el corno del navío se dijeron adiós con la promesa de volver a verse. Pero pasaron de largo los días, los meses y los años en la dulce espera del mar y sus mareas lunares. (XVII) De “Falcón Peregrini” Leyendas del mar. ©C.B.
Magila, hija del mar
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