Como el tiempo es circular –según el testamento sánscrito de la vida- es un hecho maravilloso recorrer ese camino denominado en esa lengua ancestral: “kalachacra”, voz que significa “la rueda del tiempo”. Hipótesis que nos ofrece un panorama promisorio de la vida en el universo que medianamente conocemos. Porque además de esperanzador nos permitiría re encontrarnos con todo lo amado y querido que alguna vez perdimos. En nuestro remoto mundo -sumergido en la galaxia- las distintas estaciones marcan los cambios de tiempo. Y así como cambian los árboles, los ríos, los cielos, campos y ciudades, así cambiaban los hombres que volvían a Puerto Negro. Venían desde lejos y ya no eran los mismos. Los había hecho diferentes la ventisca y las tormentas. En fin, los había cambiado el sueño de volver. En el mismo tiempo circular de los halcones. Habían brotado del aire las mariposas agoreras del deshielo. Como un poema a la inmortalidad de la vida y del mismo amor. En Puerto Negro habitaba una niña llamada Arpa, la cual cuidaba a un azor dorado. Durante la última nevasca había encontrado golpeado al halcón en la cumbre. Después de cuidarle y salvar su vida la chica conservó al cernícalo, que le enseñó a volar. Junto a las mariposas viajeras y los seres de la irrealidad. (III)
Mariposas del deshielo
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