El amor, cantor viajero del aire y los caminos, se nos va alguna vez. Pero -allá en el silencio de la despedida- nos dice al oído una promesa: “Espérame que algún día volveré.” Porque el carrusel de fantasía siempre tornará. Como vuelve la ilusión al despertar el alba. O, de igual manera, en los ojos asombrados del alma esperanzada. Es el cantor viajero que tiende su mano hacia ti y canta: “Tímida aurora. Mágico resplandor. Tiempo perdido no nos devuelve el amor. Dame tu mano mi buena amiga. Mi dulce estrella. Vamos a caminar. Y nos iremos en caballos de circo y carrusel. Amada mía… ¡Más allá del viaje te amaré! Nos perderemos en las vueltas del tiempo y de la vida. Y sembraremos la tierra con nuestros sueños y promesas. Dame tu mano, mi compañera. Tan poco el tiempo para amar y tanto amor lo que nos queda. Quiero sentirte siempre en algún lugar de mí. Como ángel de mi soledad que se durmiera en mí. Y nos iremos en caballos de circo y carrusel. Amada mía… ¡Más allá del viaje te amaré! Nos perderemos en las vueltas del tiempo para amarnos. Esclavos del amor. Del mismo amor que pudo liberarnos. ¡Dame tu mano! ¡Dame tu corazón! ¡Dame su palpitar! ¡Dame tu soñar!” <“La Felicidad es Cuento” C. Balaguer-Amazon>
En caballos de circo y carrusel (y II)
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