Rememoramos esta historia del éxodo y drama de los emigrantes en busca de su destino: “Me cuida a la Estrellita” pidió, mirando al cielo, el pequeño Joshua a un vecino, antes de partir en la migración. Estas fueron las últimas palabras del niño salvadoreño de 8 años -que fuera asesinado junto a sus padres en un pueblo al sur del país- durante su éxodo a Estados Unidos. “Estrellita” era su querida mascota “lora nuca amarilla” a la que no sabía si volvería a ver, como al mismo lucero de la noche infinita. El ave abandonada quedó en la tienda del vecino y -según se sabe- permanecía callada y triste, ante la ausencia del niño migrante. Las mascotas extrañan su antiguo hogar y a sus dueños amados. Los loros duran algunas décadas. Las estrellas un poco más. Pero los sueños son eternos. Aunque los arrebate la miseria y la impiedad. Joshua -como tantos otros niños que partieron sin volver- ya no verá -junto a su ave sin volar- el eterno esplendor del astro de su esperanza. Las aves cautivas no pueden alzar vuelo. O, en todo caso, lo han olvidado. Y si se les deja en libertad seguramente morirían en su intento. ¡Tierras sin porvenir que crean sueños sin porvenir! Tan sólo promesas sin cumplir. Joshua: la estrella que esperó el amanecer para morir. (In Memoriam) <“La Felicidad es Cuento” C. Balaguer-Amazon>
La estrella que espera el amanecer para morir
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