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¿Muertos en vida…?

Los muertos en vida son propensos a la posverdad, no les importa las certezas, los datos o el quehacer científico; se guían por videos con narrativas furtivas y fáciles; privilegian las ideas breves y delirantes; evaden la lectura profunda, el diálogo o el debate; están amalgamados a su teléfono móvil, el nuevo oráculo en donde encuentran todas sus “verdades” y las fake news que posibilitan y garantizan sus sesgos cognitivos. 

Por Óscar Picardo Joao

La expresión “muerto en vida” hace referencia a la pérdida de sentido o entusiasmo por vivir…; incluso, a los limitados sentimientos de ilusión para enfrentar el día a día. Una especie de sinsentido que irrumpe casi sin que lo podamos percibir, un cumulo de insatisfacciones dado por el efecto del desgaste de vivir y por diversos problemas circunstanciales, personales, familiares o sociales.

En no pocos casos este sentimiento o fenómeno puede terminar en suicidio; en el mejor de los casos en una experiencia depresiva, sustentada en rutinas o ciclos de desesperanza y aburrimiento. Una vida casi vegetal e inerte.

Pero hay gente muerta en vida y no lo sabe…; sociópatas y psicópatas, odiadores profesionales, corruptos, criminales, etcétera; personas que se dedican técnicamente a proferir el mal como un credo de vida sin importar el daño a los demás.

Existen otros muertos en vida inconscientes o confundidos; se trata de personas insatisfechas o que desconocen el fin de su existencia y creen que están en este mundo para hacer dinero u obtener más poder; ¿dinero y poder para qué?, no lo saben, pero van tras estos fenómenos con un afán idólatra y desmedido. Su filosofía es: “Compro, luego existo” o “tengo poder, luego soy alguien”.  

El estar muerto en vida tiene una etiología peculiar: desconocer o perder el sentido de la vida; evadir la prospectiva, el futuro o la esperanza; vivir concentrado en el presente; ignorar la historia y de dónde venimos; y un egocentrismo exacerbado.

Los muertos en vida centran la atención en los propios intereses y necesidades, sin prestar atención al punto de vista y a los intereses de los demás; sitúan la satisfacción de sus propias necesidades y

no puedan empatizar con nadie. En su narrativa prevalecen sus propios intereses y los de su círculo cercano; prefieren no compartir ideas o recursos; tienden a ser manipuladores; no respetan los espacios y momentos de los demás; son predispuestos a sufrir engaños; poseen falta de empatía; y una tendencia al pensamiento ilusorio; entre otros rasgos.

Existe un paralelo entre muertos en vida y el egocentrismo. Jean Piaget describió el egocentrismo como una fase del desarrollo infantil que demuestra que el cerebro aún no está lo suficientemente maduro como para empatizar y entender que las cosas no solo se ven desde el punto de vista de uno mismo, sino que hay otros puntos de vista. Efectivamente hablamos de inmadurez.

Muerto en vida es vivir sin propósito y sin preguntas esenciales…; el filósofo Kant y su imperativo categórico nos propuso algunas preguntas fundamentales que constantemente se deben intentar responder: ¿Qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué debo esperar?

“Saber”, “Hacer” y “Esperar”… lo que debemos aprender y estudiar; la responsabilidad de tener un proyecto activo de vida que implique compromisos; y los sueños e ilusiones que nos mantienen en tensión hacia el futuro y con esperanza.

Hoy en un escenario de transformación digital e híper consumista, mucha gente está confundida y ha perdido su polo a tierra…; su mayor satisfacción es poder tener el mejor teléfono inteligente o los zapatos de marca. Se endeudan para adquirir un vehículo que les pueda potenciar una imagen distinta o superior; y en las redes sociales proyectan una vida paralela e irreal. Como diría Oscar Wilde: “Saben el precio de todo y el valor de nada…”

Estamos frente a una sociedad sin ideales y sin ideologías…; tan temerosa y cauta, como egoísta e individualista; con una religión superficial y valores a la medida. Zygmunt Bauman la llama “modernidad líquida o sociedad líquida”, es decir adaptativa y flexible, sin compromisos, lo que termina traduciéndose en una “devastación emocional y mental de muchos jóvenes”.

También nuestras comunidades cada vez son más “Ignorantes e impotentes”; somos un conjunto de individuos con ciertas buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia.

Los muertos en vida son propensos a la posverdad, no les importa las certezas, los datos o el quehacer científico; se guían por videos con narrativas furtivas y fáciles; privilegian las ideas breves y delirantes; evaden la lectura profunda, el diálogo o el debate; están amalgamados a su teléfono móvil, el nuevo oráculo en donde encuentran todas sus “verdades” y las fake news que posibilitan y garantizan sus sesgos cognitivos. 

Tienen ahora “Inteligencia Artificial”, redes neuronales logarítmicas que escriben, piensan y diseñan por ellos y lo peor es que se vanaglorian de su uso en menoscabo de su propio aparato inteligente: el cerebro; estamos frente a una maravilla tecnológica que amplificará la idiotez humana a escalas inimaginables; y todo un ecosistema digital que desplazará los valores reales, los principios y las ideas filosóficas. Pensar por sí mismo será cosa del pasado anacrónico.

Nos fragmentamos más, en decenas de nuevas minorías e intereses de grupos que buscan llamar la atención y/o participar activamente en las comunidades. Primero se reconoció el derecho de los grupos LGBTIQ+, pero luego aparecieron otras nuevas minorías con intereses más específicos y diversos: Queer, Kink, no binario, Agénero, Pangénero, Fluido, Trigénero, Cisgénero, Bicurioso, Androginosexual, asexuales, (y van 37 orientaciones sexuales); incluso otros sectores de  veganos, vegetarianos, intolerantes al gluten, animalistas, ambientalistas y un sinfín de otras manifestaciones o alergias sociales que van construyendo una sociedad con más derechos pero más fractales y resquebrajas. Aquí la democracia se desbordó y el tejido social se va destruyendo… No estamos en contra de las minorías, pero parece que no hay límites, y llegará el momento que será muy difícil convivir con demasiados estancos.

Obviamente hay pequeñas sociedades donde la vida democrática sigue siendo razonable y posible, pero son excepciones. “Vamos en bajada, de espaldas y sin frenos…”; los sistemas educativos se van adaptando a las ideas fractales, modas neuro-pedagógicas, normalización de la mediocridad y cada vez son más ineficientes.

¿Es simplemente un cambio generacional o estamos frente a muertos en vida…?; cada quien podrá analizar y juzgar. Un equipo de investigadores bajo el liderazgo de Giuseppe de Pila trabaja en comprender los relevos generaciones y el estado del humor social y político. Ya veremos los resultados…     

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Filosofía Opinión

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