Cada uno de nosotros lleva un libreto bajo el brazo. En el inmenso teatro de la vida, cada quien es un actor del reparto escénico: El actor de sí mismo y de su propio destino. No todos tienen un rol estelar. Muchos tal vez seamos sólo “extras” de la enorme escenografía del drama social. Si eres padre, tu rol es criar y educar a la progenie y proteger la familia. Marcar el reloj a las ocho y salir a las seis del trabajo. Luego volver a casa por el mismo camino. Algunas veces cansado de actuar la vida, terminas durmiendo como un lirón, sin o con nuevas ilusiones. Si eres futbolista, tu papel será manejar magistralmente el balón, vencer al adversario y lograr la victoria y aplausos del público fugaz. Si no lo haces, te sacan de las filas, te amonestan o te mandan a la banca. En algunos casos cada quien elige su guion. En otras es el guion quien les elige. Tal vez era un excelente carpintero, pero la necesidad lo hizo sastre o en otras la ambición estafador o mal médico. Otros -en el peor de los casos- pierden su guion y actúan el de otro… Se roban o malogran papeles estelares dentro de la obra. En la humana comedia del actor, se libra del ensueño de llegar a ser sí mismo y ante la audiencia existencial de la vida.
El libreto y el ensueño de actores de la vida
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